11 de septiembre de 2010

Sólo un café me embriaga y sueño con su aroma [Parte 2.2]

He escuchado que la paciencia es una virtud, pues la tuya sera bien recompensada. Continuamos con el relato, la segunda entrega de la segunda parte. Si no haz leído la primera entrega debes ir a la PARTE 2.1
Iba caminando a su lado, ella iba en silencio y con su rostro serio acelerando el paso solo una cuadra antes de llegar a la casa de la señorita A… dijo – Ya debe andar esperándonos, diré que es tu culpa que llegásemos tarde, ja, ja – solo torcí la boca y la vi trotar hacia aquella casa mientras sacaba su celular para marcar, en ese mismo instante y en un acto de improvisada coreografía salió la señorita A… y se abrazaron riendo. Al final me acerque y salude como era debido.

El viaje comenzó hacia el puerto; esperábamos un camión que nos llevaría no muy lejos del hogar de ella… Bueno, era eso o era mi apreciación de que todo parecía tan cerca del hogar de A… En el camino, ciertamente me notaba molesto y así me lo hicieron notar, ya que ellas iban bromeando, jugando y apreciando todo lo que se podía ver en el camión yo traía esa cara de pocos amigos, más de lo normal ciertamente, solo respondí – La verdad es que estoy encabronado… ¿Quieren saber porque, no es así? Pues es muy simple, me sacaron de la cama y no, eso no es lo que realmente me está cabreando… He dormido alrededor de dos horas, en la madrugada no comí algo que exactamente llena el estomago, ese es el problema. ¡Tengo un hambre para parir elefantes! – lo grite, realmente lo grite en el camión y la gente volteo a verme con interrogación y mis dos dulces acompañantes se limitaron a reír entre ellas.

Se apiadaron de mi, al llegar al puerto y andar por… la verdad es que no se me aclaro que demonios era, pero diré que era el malecón, pasamos por varios puestos de comida hasta que comimos unos sopes y picadas, comida típica de la región. Joder que alivio.

Después de eso A… menciono que tenía que ir a recoger no se qué cosa con un compañero de trabajo para quien sabe qué cosa, le acompañamos caminando por el malecón hasta que entro en una tienda, yo camine hacia una vista esplendida del mar, apoye mis brazos en la barda y ahí me quede mirando. Unos minutos después llego M…, venía sonriente y me veía mientras yo solo me fijaba en el firmamento como si ella no hubiese llegado.

Inhale bastante aire por mi nariz, suavemente, apreciando cada olor que llegaba a mí y fue cuando uno despertó mi interés, una mezcla un poco complicada pero predominaba el olor a fresa con alguna especie de caramelo, dulce y atrayente, el olor entro por mi nariz. En ese momento el aire golpeo el rostro de M… y giro su rostro hacia el mar para comenzar a verlo, en ese momento la vi completamente, como en ese momento de su excitante felicidad.

Huele a fresas con algo más… – dije y estaba por interrogar del olor cuando ella me respondió - ¿Si? ¿Apoco lo hueles? Es de mi labial, creo que si huele mucho.

No es que huela demasiado – le aclaraba – el olor lo percibí y se me antojo esa rara mezcla, no es solo fresas y no es el fruto, algo como caramelo… ¿de fresa? Jajá… no sé, huele…

Hice una pequeña pausa donde ella detuvo mi habla para decir algo más, declamando – Aaaah, ¿quisieras probarlo? – sin inmutarme asentí con la cabeza y dirigía mi mano hacia su rostro mientras ella aún veía al frente giro un poco la cabeza, tome su barbilla con mi dedo índice y pulgar girándola hacia mi lentamente. Ella hizo una pequeña sonrisa y colocaba sus labios juntos y levantándolos hacia mí, yo me acerque un poco y con esa misma mano con la que la sostenía la deslice lentamente hasta llegar a los labios. Me detuve un poco y respirando suavemente… pase de una forma rápida mi dedo índice recorriendo sus labios con la yema del mismo dedo, recogiendo el labial, al recorrer sus labios con mi dedo completamente lleve este mismo a mi boca y saboree el labial para volver mi vista al frente, las nubes se movían lentamente.

Por su parte, viendo yo de reojo y con mucho sigilo, M… frunció un poco el ceño y dejo escapar aire… como un suspiro contenido pero apenas saliente de su ser. Sin más volvió su mirada al frente y no dijo nada por unos tres minutos, hasta que dijo con ese tono tan femenino haciendo gala del sarcasmo – Y… ¿qué te pareció, esta bueno? – La mueca de una risa contenida se asomo en mi boca envidiosa y con galantería respondí – Si, sabe bastante bien… ¡Y eso que no me gustan tanto los dulces de fresa! Pero sabe bien. Debe ser una tentación para estarte chupando los labios todo el día trayendo semejante sabor de labial, ¿no es así?

Ella hizo un sonido parecido a una risa pero más bien era una exhalación con ironía y respondió – Ja, si supieras que no es lo mismo andárselo comiendo sola, es más, creo que se usa para alguien más – eso me sorprendió, necia realmente necia y empedernida pero coqueteando a su manera tan “fría y desinteresada”…

En ese momento escuche como en eco – Señor, ¿gusta que le traiga algún otro café? – tenía una libreta en las piernas y una pluma en mi mano izquierda, la derecha sostenía el vaso que alguna vez contenía ese humeante y embriagador café. Si, tráigame uno más del día – respondí – si fuese tan amable.

Regale una sonrisa a la muchacha y ella me correspondió con un gesto tímido.

Lance mi libreta que contenía esos cuadros y líneas de mi trabajo, información, datos, bytes, gigas… todas esas cosas que parecen complicadas y al momento que las termino son estúpidamente sencillas para las personas. Bonito lugar y momento para ponerme a trabajar, bebiendo café, llenándome de aromas y soñando despierto…

Pronto regreso, más amable que antes casi como si disfrutara su trabajo, aquella muchacha recibiéndome con mi café, traía consigo dos sobres de azúcar moscabado y una paletilla para su combinación con el café. Llegó y dijo – Aquí está su café, vi que le puso azúcar moscabado. Si necesita algo más, avíseme por favor – le dije suavemente que no dudaría en hacerlo y deje que colocara el café en la mesilla enfrente de mí, sonrió una vez más y yo correspondí con mi mueca más parecida a una sonrisa amigable.

Justo cuando se dio vuelta y su falda a las rodillas dio un bello giro, eso me dio un poco de gracia y creo que sintió que le miraba la espalda cuando me vio de reojo, carajo, coquetee supongo yo.

Yéndose la amargada empleada que transforme en una empleada a mi disposición prepare excesivamente lento mi café casi como si cada grano del azúcar lo hacía perfectas esferas para después golpearlas destrozándolas y diluyéndolas. Ahí veía ese vórtice de mi café al agitarlo y su aroma subía lenta y seductora ante mis fosas nasales que se ensanchaban recibiendo su esencia.

Si, así es, es así como pasa pues mis parpados fueron jalados hacia abajo con una fuerza diminuta pero persistente. Esas cuerdas del aroma del café y su sabor envolvían mi rostro suavemente, daba paso al golpe final… abría mi compuerta al sabor e inundaba sus tierras húmedas con aquel caliente brebaje…
Continua PARTE 2.3 

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