Ahí estaba Cupido en el nuevo bar de moda
bebiendo whiskey barato aparentando que era champagne. Cada sorbo a su copa era
una reflexión y se volvía a preguntar - ¿Será
lo correcto? Mientras el whiskey bajaba por su garganta.
Nada es como solía ser, hoy en día Cupido
se confiesa a si mismo que no entiende lo que profesa. No entiende como es la
magia de sus flechas, no puede vivirlo a pesar que ha intentado estar bajo la
misma magia que cualquier otro mortal que cae tras recibir con fuerza en el
alma una de sus flechas.
Cupido ha rasgado su piel durante años con
las puntas de flechas encantadas, ha atravesado su corazón con ellas para
después caer en un sueño fuerte pero nada de amor se ha añadido a sus sentidos.
Así es como él buscará la adicción que muchos humanos sufren y a la vez
destruyen.
¿No es el amor una adicción compartida?
¿No haríamos todo por amor y a la vez nada por él? ¿No es lo que llena nuestra
vida y a pesar de ser lo que más queramos aún así lo despreciamos?
Es lo que Cupido no entiende, último sorbo
de la copa y llega el momento de tratar de entender, de vivir y ver si así se
ha de poder sentir lo que los humanos sienten.
Termino la copa y al dejarla en la barra
giro tan solo un poco para ver ese grupo de mujeres a lo lejos, ese grupo que
rechazaban a cualquier tipo que deseaba acercarse con falsas promesas de que
meditaban en el templo de Lesbos. Cupido sin pensarlo más ahí iría, quizás
ellas y su teatro le enseñarían de la humanidad que quiere aprender.
Caminaba hacia ese grupo cuando choco con
una persona que le hizo voltear, alcanzó a escuchar un “Lo siento” cuando cruzo
mirada con ella, era una persona sin igual.
Ella vio a Cupido y él a ella, Cupido
sintió algo extraño “mi estomago se revolcaba y mis venas ardieron mientras mis
ojos se cristalizaron”, así fue lo que sintió. Todo fue en unos segundos, a
ella una amiga le tomo de su brazo y la jalo. Se perdió en la multitud y Cupido
seguía inmóvil por unos segundos hasta que reacciono recordando su objetivo.
“¿Qué habrá sido eso? – se preguntaba para
solo pensar en voz alta – Interesante…”
Cupido sacudió la cabeza para entrar en
razón y siguió hacia esa mesa mientras en su cabeza se preguntaba el que iba a
decir, como conseguiría experimentar la humanidad que ellas viven.
No había nada que pensar, no era de razón
y sólo de actuar, así se acerco con una sonrisa y sin decir nada toco el hombro
de quien sería su presa esta noche. Ella giro y con un gesto de desprecio solo
al verle le recibió, Cupido sólo sonrío y estiro su mano ofreciendo una cerveza
fría.
Ella quito su gesto de mal gusto y sólo
dijo gracias para girarse, ahí Cupido sabía que tenía que reaccionar y le
detuvo su brazo para acercarse a su oído y decirle - ¿Sólo
aceptas así el trago de algún extraño? – ella giro para decirle con una
sonrisa sarcástica.
¿Le
haz puesto algo a la cerveza? –
dijo ella mientras se giraba para ver a Cupido.
El bromeo diciendo “¿Cómo saber si le he
puesto algo? Deberías hacer que beba de esa cerveza para disipar dudas” así
ella tomo la cerveza para dársela a Cupido, el la destapo y dio un gran trago
mostrando que ha bebido de la botella y pasando la cerveza fría por su garganta
dijo – Ahora ya puedes beber tranquila.
Ella sonrío para dar un trago de esa
cerveza, no había mucho que hablar sólo mantener su atención y sonreír. Ella
daba un trago y antes de bajarla Cupido tomaba la botella y bebía tan solo un
poco más para sonreír con cerveza atrapada en la boca hasta pasar ese pequeño
trago.
Cupido ahí entendió que no hacía falta
hablar y solo habría que actuar, ser claro hasta donde uno desea llegar con
solo moverse.
Después de esa cerveza ella tomo un vaso y
Cupido lo tomo para servir un trago para ofrecérselo a ella y ella sólo sonrío
incitando a el para beber. Él bebió apenas un sorbo, sabía que ya estaba
dentro, ella levanto un vaso de la mesa y chocaron los cristales.
La música seguía siendo alta, no podía
hablar mucho, Cupido le dijo algún nombre que invento con anterioridad. Él
tenía bien planeado su papel de simple mortal. Ella le dijo su nombre,
bromearon de sus edades y bebieron más.
Nunca
entenderé por completo la música pero se siente tan bien y a la vez me hizo
sentir tan… estúpido. –
Reflexionaba Cupido – A pesar de todo,
termine bailando…
Cupido juraba que no sabía bailar pero fue
arrastrado por su presa a bailar, lleno de gente donde uno, con esfuerzo puede
moverse, tenía que dar giros y fingir alegría mientras hacia que girara esa
chica delgada de tez morena y cabello marrón obscuro.
Él ritmo de la música siempre era
cambiante y las situaciones en el grupo eran siempre aleatorias para Cupido,
pero al volver a bailar donde los cuerpos se acercaban el comprendió lo que
sintió al elegirle en la lejanía. Tomaba su cadera y rosaba su espalda tan solo
un poco reflejándose en el brillo de su piel por el calor del lugar está se
humedecía.
¿Cómo
conoces la atracción? Es el primer anzuelo, el primer golpe de deseo sólo lleno
de esperanzas, puede llenarse de todo y nada a la vez pero es ahí cuando vez lo
que quieres tener – me
decía cupido mientras pedíamos otra copa…
La noche avanzaba mientras Cupido bebía un
poco más con ella intercambiando apenas información de ellos mismos, bailaban,
se miraban, se rozaban… Así siguió hasta que surgió el irse de ese lugar a uno
donde se pueda seguir festejando lo que sea que hayan estado festejando.
Ella tomo de la mano a Cupido mientras
salían del bar, ya afuera solo reían gracias al alcohol del aire que respiraban
y ella guardo silencio al menos por unos quince segundos sin pensarlo más
Cupido se sintió atraído a sus labios y le beso. Así fueron caminando con el
grupo, Cupido ignoraba a donde irían y cada que se pudiese se volvían a besar.
Cada beso inundaba de emociones a Cupido,
retorcía su estomago y sentía como su piel se erizaba con mayor intensidad que
en aquellas ocasiones donde rasgaba su piel con las puntas de flechas recién
afiladas después de absorber su magia.
Sin embargo le invadía la duda durante un
momento en cada beso que le hacía sentir una preocupación que no se podía
explicar. No sabía que pero algo le preocupaba… Al final desistió de averiguar
que era y sólo se dejo llevar que es a lo que el vino.
Esa fiesta y esos extraños para el lo
llevaron al departamento de quien no interesa pero ahí estaban, corrió con
aquella mujer por las calles de la ciudad fuera del departamento hasta llegar a
un expendio donde compraron una botella de whiskey el cuál beberían toda la
noche. Cada carrera era acompañada de caricias traviesas y risas burlonas al
estado alcohólico de ambos.
Había
algo que no comprendía del todo y es que algo no me agradaba, esa preocupación
seguía en mi pecho pero algo en mi presa no me agradaba – reflexionaba cupido una vez más.
La noche seguía y llegaron a ese punto
donde o era demasiado tarde o muy temprano, el alcohol ya no parecía lo que se
debía beber y se respiraba el aroma de la lujuria en el departamento donde cada
uno con su igual bailaban entre caricias y besos haciéndose espacio en lo
publico y lo privado de ese departamento.
Ella tomo la mano de Cupido y con una
sonrisa exhibió lo que derrite a cualquier hombre, ese gesto de inocencia que
se disipa con una sonrisa traviesa. Así le sonrío a Cupido y él se dejaba guiar
hasta alguna habitación de ese departamento donde entro y ella cerro la puerta
tras de él.
Cupido estaba en la emoción de haber
atrapado a su presa pero ahora estaba por ser rendido a los encantos de esa
presa recién atrapada en la intimidad de un habitación.
Entramos y sonriendo como niña que esconde
el último caramelo me mostro un cigarrillo algo extraño con una hierba que
nunca había visto.
Cupido no sabía exactamente que hacer y
solo siguió actuando cuando ella le pregunto si quería una fumada de ese raro
cigarrillo y sin pensarlo Cupido fumo de ese raro cigarrillo y la risa atacaba
con dosis de lujuria sus cuerpos se fueron juntando mientras el cigarrillo
desaparecía en cada beso por sus pulmones.
Sus cuerpos eran ligeros y sensibles a
cualquier sonido y tacto gracias al cigarrillo. Cupido cayo por fin en la cama
de esa habitación y tomo a su presa para hacerle compañía en la caída a la
cama.
La habitación se obscureció y se veían
alumbrados por el cigarro que se iba extinguiendo amenazando con quemar los
dedos de Cupido, ella se inclino con suavidad a besar el cuello de Cupido
mientras el inhalaba lo último de ese cigarrillo hasta que el fuego alcanzó sus
dedos y sólo dejo caer la colilla al suelo.
Hace
milenios que no disfrutaba de los placeres carnales con los que nacen los
humanos, hace tanto que no me derretía en la piel de una mujer y más de una
mortal – decía Cupido
mientras continuaba contando lo que sucedió aquella noche - Tome su cadera con fuerza trayéndola sobre
de mi y buscando en la obscuridad sus labios guiado por su aliento que clamaba
el mío…
Cupido se dejo llevar y aprendía de esa
humanidad tras sentir el cuerpo del deseo encarnado en otra persona mientras se
inhalaba el humo de quemar la hierba que les daba una dosis extra de alegría
entre cada caricia.
Me
encantó ese momento donde entre cada caricia la ropa fue desapareciendo en la
obscuridad de la habitación y mis ojos se forzaban por buscar cada detalle en
la poca luz que entraba por la ventana. Me encargaba por memorizar su cuerpo a
través del tacto y repetir la lección una y otra vez…
La noche avanzaba entre cada caricia y
cada fumada a una pequeña pipa. Así es como Cupido estaba sumergido en el
placer de ser poseído por la boca de ella mientras el dejaba entrar en sus
pulmones más de esa pipa y ella meditaba en la lujuria poseyéndolo a base de
besos en su más débil posición Cupido exhalo hacia ella el humo.
Antes de explotar Cupido le detuvo y
levantándola de su meditación en la lujuria de su virilidad. Cupido tomo a su
presa y sin más se decidía a dar fin a la cacería alimentándose de su cuerpo.
Es así como recorría su figura
concentrándose en esos rincones más privados donde mordía, besaba y lamía para
recordar el sabor de su presa. Se deslizaba por las planicies de su vientre
hasta llegar a esos montes que enamoran y debilitan a cualquier hombre para
dedicarles su aprecio y admiración a través de besos y caricias con habilidad
de su boca.
Todo
el juego es embriagante –
decía cupido mientras yo pedía una jarra de cerveza – pero nada se compara como conquistar a tu presa proclamando victoria
cuando le apuñalas en su femineidad…
Cupido conquisto a su presa y deslizaron
durante la noche bailando unidos y disfrutando cada uno de su intimidad.
Así paso la noche y por la mañana despertó
con ella exhausta aún, se deslizo un poco para levantarse y comenzar a
vestirse. Se acerco a ella y movió delicadamente ese cabello marrón que cubría
el rostro de su amante para inclinarse y besar con suavidad su mejilla.
Ella despertó y sonrío un poco, se giro y
ambos se vestían sonriendo el uno al otro hasta estar de nuevo vestidos.
Creía
que lo correcto era acompañarle a su casa pero…
Salieron de esa casa donde aún había gente
dormida en los sillones que no llegaron a la danza que ellos iniciaron y
finalizaron en aquella habitación. Cupido camino a un lado de ella
sosteniéndole por su brazo pero justo cuando iba a preguntar donde vivía ella
extendió el brazo e hizo una seña a un taxi que pasaba.
Nos
despedimos y dijo que llamaría de nuevo, realmente no era importante para mi
eso, sólo que no entendía por que ella huía cuando mi intensión era dejar a
quien era mi presa a su morada… No deseo cazar a la misma presa. ¿O es el amor
lo que te hace ver que desaparece tal cacería? No lo entiendo – reflexiono Cupido mientras bebía de
aquel vaso.
Cupido camino por la avenida cuando sintió
por un momento la inquietud de ver a una chica que salía de una tienda del otro
lado de la acera, sólo vio un poco de su perfil y su cabello ondeando contra el
viento,
Una
vez más mis venas ardían y mi estomago giraba… - explicaba Cupido – pero aún dudo que sea ella quien me hizo sentir tan extraño…
Cupido llego a este bar por la tarde
después de seguir caminando por la acera atónito por aquella sensación, bebimos
algunas cervezas más y después desapareció dejando en la barra bajo la jarra
vacía de cerveza escrito en una servilleta:
Desearía que estuvieses
aquí, lo deseo en verdad.
¿Cuánto más seremos dos
almas en la misma botella viajando a la deriva?
¿Qué hemos encontrado en
esta lejanía?
Los mismos miedos en el
mismo viejo camino. Desearía que estuvieses aquí…
Desearía que regreses para
nunca más sangrar…
Maldito sea este cólera que
opaca mi corazón y explota en violencia escribiendo en el caos que eres, quien
mejor me hace sentir y sólo sufro al verte partir.
¿Dónde estás mujer de dorado
mirar?
¿Dónde estaremos si rondamos
más en está botella?
Cupido ayudará a mitigar mi
dolor mostrándome la ira de sus flechas donde grabó tu nombre. Sangraré
mientras la ira corroe mi razón, se deslizará por mi columna y en un grito por
tu ausencia estallare deseando no haber hecho todo por perderte…
Me pregunto si veré de nuevo a Cupido y si
entenderá lo que es su adicción.