6 de noviembre de 2012

Cupido busca su adicción



Ahí estaba Cupido en el nuevo bar de moda bebiendo whiskey barato aparentando que era champagne. Cada sorbo a su copa era una reflexión y se volvía a preguntar - ¿Será lo correcto? Mientras el whiskey bajaba por su garganta.

Nada es como solía ser, hoy en día Cupido se confiesa a si mismo que no entiende lo que profesa. No entiende como es la magia de sus flechas, no puede vivirlo a pesar que ha intentado estar bajo la misma magia que cualquier otro mortal que cae tras recibir con fuerza en el alma una de sus flechas.

Cupido ha rasgado su piel durante años con las puntas de flechas encantadas, ha atravesado su corazón con ellas para después caer en un sueño fuerte pero nada de amor se ha añadido a sus sentidos. Así es como él buscará la adicción que muchos humanos sufren y a la vez destruyen.

¿No es el amor una adicción compartida? ¿No haríamos todo por amor y a la vez nada por él? ¿No es lo que llena nuestra vida y a pesar de ser lo que más queramos aún así lo despreciamos?

Es lo que Cupido no entiende, último sorbo de la copa y llega el momento de tratar de entender, de vivir y ver si así se ha de poder sentir lo que los humanos sienten.

Termino la copa y al dejarla en la barra giro tan solo un poco para ver ese grupo de mujeres a lo lejos, ese grupo que rechazaban a cualquier tipo que deseaba acercarse con falsas promesas de que meditaban en el templo de Lesbos. Cupido sin pensarlo más ahí iría, quizás ellas y su teatro le enseñarían de la humanidad que quiere aprender.

Caminaba hacia ese grupo cuando choco con una persona que le hizo voltear, alcanzó a escuchar un “Lo siento” cuando cruzo mirada con ella, era una persona sin igual.

Ella vio a Cupido y él a ella, Cupido sintió algo extraño “mi estomago se revolcaba y mis venas ardieron mientras mis ojos se cristalizaron”, así fue lo que sintió. Todo fue en unos segundos, a ella una amiga le tomo de su brazo y la jalo. Se perdió en la multitud y Cupido seguía inmóvil por unos segundos hasta que reacciono recordando su objetivo.

“¿Qué habrá sido eso? – se preguntaba para solo pensar en voz alta – Interesante…”

Cupido sacudió la cabeza para entrar en razón y siguió hacia esa mesa mientras en su cabeza se preguntaba el que iba a decir, como conseguiría experimentar la humanidad que ellas viven.

No había nada que pensar, no era de razón y sólo de actuar, así se acerco con una sonrisa y sin decir nada toco el hombro de quien sería su presa esta noche. Ella giro y con un gesto de desprecio solo al verle le recibió, Cupido sólo sonrío y estiro su mano ofreciendo una cerveza fría.

Ella quito su gesto de mal gusto y sólo dijo gracias para girarse, ahí Cupido sabía que tenía que reaccionar y le detuvo su brazo para acercarse a su oído y decirle  - ¿Sólo aceptas así el trago de algún extraño? – ella giro para decirle con una sonrisa sarcástica.

¿Le haz puesto algo a la cerveza? – dijo ella mientras se giraba para ver a Cupido.

El bromeo diciendo “¿Cómo saber si le he puesto algo? Deberías hacer que beba de esa cerveza para disipar dudas” así ella tomo la cerveza para dársela a Cupido, el la destapo y dio un gran trago mostrando que ha bebido de la botella y pasando la cerveza fría por su garganta dijo – Ahora ya puedes beber tranquila.

Ella sonrío para dar un trago de esa cerveza, no había mucho que hablar sólo mantener su atención y sonreír. Ella daba un trago y antes de bajarla Cupido tomaba la botella y bebía tan solo un poco más para sonreír con cerveza atrapada en la boca hasta pasar ese pequeño trago.

Cupido ahí entendió que no hacía falta hablar y solo habría que actuar, ser claro hasta donde uno desea llegar con solo moverse.

Después de esa cerveza ella tomo un vaso y Cupido lo tomo para servir un trago para ofrecérselo a ella y ella sólo sonrío incitando a el para beber. Él bebió apenas un sorbo, sabía que ya estaba dentro, ella levanto un vaso de la mesa y chocaron los cristales.

La música seguía siendo alta, no podía hablar mucho, Cupido le dijo algún nombre que invento con anterioridad. Él tenía bien planeado su papel de simple mortal. Ella le dijo su nombre, bromearon de sus edades y bebieron más.
Nunca entenderé por completo la música pero se siente tan bien y a la vez me hizo sentir tan… estúpido. – Reflexionaba Cupido – A pesar de todo, termine bailando…

Cupido juraba que no sabía bailar pero fue arrastrado por su presa a bailar, lleno de gente donde uno, con esfuerzo puede moverse, tenía que dar giros y fingir alegría mientras hacia que girara esa chica delgada de tez morena y cabello marrón obscuro.

Él ritmo de la música siempre era cambiante y las situaciones en el grupo eran siempre aleatorias para Cupido, pero al volver a bailar donde los cuerpos se acercaban el comprendió lo que sintió al elegirle en la lejanía. Tomaba su cadera y rosaba su espalda tan solo un poco reflejándose en el brillo de su piel por el calor del lugar está se humedecía.

¿Cómo conoces la atracción? Es el primer anzuelo, el primer golpe de deseo sólo lleno de esperanzas, puede llenarse de todo y nada a la vez pero es ahí cuando vez lo que quieres tener – me decía cupido mientras pedíamos otra copa…

La noche avanzaba mientras Cupido bebía un poco más con ella intercambiando apenas información de ellos mismos, bailaban, se miraban, se rozaban… Así siguió hasta que surgió el irse de ese lugar a uno donde se pueda seguir festejando lo que sea que hayan estado festejando.

Ella tomo de la mano a Cupido mientras salían del bar, ya afuera solo reían gracias al alcohol del aire que respiraban y ella guardo silencio al menos por unos quince segundos sin pensarlo más Cupido se sintió atraído a sus labios y le beso. Así fueron caminando con el grupo, Cupido ignoraba a donde irían y cada que se pudiese se volvían a besar.

Cada beso inundaba de emociones a Cupido, retorcía su estomago y sentía como su piel se erizaba con mayor intensidad que en aquellas ocasiones donde rasgaba su piel con las puntas de flechas recién afiladas después de absorber su magia.

Sin embargo le invadía la duda durante un momento en cada beso que le hacía sentir una preocupación que no se podía explicar. No sabía que pero algo le preocupaba… Al final desistió de averiguar que era y sólo se dejo llevar que es a lo que el vino.

Esa fiesta y esos extraños para el lo llevaron al departamento de quien no interesa pero ahí estaban, corrió con aquella mujer por las calles de la ciudad fuera del departamento hasta llegar a un expendio donde compraron una botella de whiskey el cuál beberían toda la noche. Cada carrera era acompañada de caricias traviesas y risas burlonas al estado alcohólico de ambos.

Había algo que no comprendía del todo y es que algo no me agradaba, esa preocupación seguía en mi pecho pero algo en mi presa no me agradaba – reflexionaba cupido una vez más.

La noche seguía y llegaron a ese punto donde o era demasiado tarde o muy temprano, el alcohol ya no parecía lo que se debía beber y se respiraba el aroma de la lujuria en el departamento donde cada uno con su igual bailaban entre caricias y besos haciéndose espacio en lo publico y lo privado de ese departamento.

Ella tomo la mano de Cupido y con una sonrisa exhibió lo que derrite a cualquier hombre, ese gesto de inocencia que se disipa con una sonrisa traviesa. Así le sonrío a Cupido y él se dejaba guiar hasta alguna habitación de ese departamento donde entro y ella cerro la puerta tras de él.

Cupido estaba en la emoción de haber atrapado a su presa pero ahora estaba por ser rendido a los encantos de esa presa recién atrapada en la intimidad de un habitación.

Entramos y sonriendo como niña que esconde el último caramelo me mostro un cigarrillo algo extraño con una hierba que nunca había visto.

Cupido no sabía exactamente que hacer y solo siguió actuando cuando ella le pregunto si quería una fumada de ese raro cigarrillo y sin pensarlo Cupido fumo de ese raro cigarrillo y la risa atacaba con dosis de lujuria sus cuerpos se fueron juntando mientras el cigarrillo desaparecía en cada beso por sus pulmones.

Sus cuerpos eran ligeros y sensibles a cualquier sonido y tacto gracias al cigarrillo. Cupido cayo por fin en la cama de esa habitación y tomo a su presa para hacerle compañía en la caída a la cama.

La habitación se obscureció y se veían alumbrados por el cigarro que se iba extinguiendo amenazando con quemar los dedos de Cupido, ella se inclino con suavidad a besar el cuello de Cupido mientras el inhalaba lo último de ese cigarrillo hasta que el fuego alcanzó sus dedos y sólo dejo caer la colilla al suelo.

Hace milenios que no disfrutaba de los placeres carnales con los que nacen los humanos, hace tanto que no me derretía en la piel de una mujer y más de una mortal – decía Cupido mientras continuaba contando lo que sucedió aquella noche - Tome su cadera con fuerza trayéndola sobre de mi y buscando en la obscuridad sus labios guiado por su aliento que clamaba el mío…

Cupido se dejo llevar y aprendía de esa humanidad tras sentir el cuerpo del deseo encarnado en otra persona mientras se inhalaba el humo de quemar la hierba que les daba una dosis extra de alegría entre cada caricia.

Me encantó ese momento donde entre cada caricia la ropa fue desapareciendo en la obscuridad de la habitación y mis ojos se forzaban por buscar cada detalle en la poca luz que entraba por la ventana. Me encargaba por memorizar su cuerpo a través del tacto y repetir la lección una y otra vez…

La noche avanzaba entre cada caricia y cada fumada a una pequeña pipa. Así es como Cupido estaba sumergido en el placer de ser poseído por la boca de ella mientras el dejaba entrar en sus pulmones más de esa pipa y ella meditaba en la lujuria poseyéndolo a base de besos en su más débil posición Cupido exhalo hacia ella el humo.

Antes de explotar Cupido le detuvo y levantándola de su meditación en la lujuria de su virilidad. Cupido tomo a su presa y sin más se decidía a dar fin a la cacería alimentándose de su cuerpo.

Es así como recorría su figura concentrándose en esos rincones más privados donde mordía, besaba y lamía para recordar el sabor de su presa. Se deslizaba por las planicies de su vientre hasta llegar a esos montes que enamoran y debilitan a cualquier hombre para dedicarles su aprecio y admiración a través de besos y caricias con habilidad de su boca.

Todo el juego es embriagante – decía cupido mientras yo pedía una jarra de cerveza – pero nada se compara como conquistar a tu presa proclamando victoria cuando le apuñalas en su femineidad…

Cupido conquisto a su presa y deslizaron durante la noche bailando unidos y disfrutando cada uno de su intimidad.

Así paso la noche y por la mañana despertó con ella exhausta aún, se deslizo un poco para levantarse y comenzar a vestirse. Se acerco a ella y movió delicadamente ese cabello marrón que cubría el rostro de su amante para inclinarse y besar con suavidad su mejilla.

Ella despertó y sonrío un poco, se giro y ambos se vestían sonriendo el uno al otro hasta estar de nuevo vestidos.

Creía que lo correcto era acompañarle a su casa pero…

Salieron de esa casa donde aún había gente dormida en los sillones que no llegaron a la danza que ellos iniciaron y finalizaron en aquella habitación. Cupido camino a un lado de ella sosteniéndole por su brazo pero justo cuando iba a preguntar donde vivía ella extendió el brazo e hizo una seña a un taxi que pasaba.

Nos despedimos y dijo que llamaría de nuevo, realmente no era importante para mi eso, sólo que no entendía por que ella huía cuando mi intensión era dejar a quien era mi presa a su morada… No deseo cazar a la misma presa. ¿O es el amor lo que te hace ver que desaparece tal cacería? No lo entiendo – reflexiono Cupido mientras bebía de aquel vaso.

Cupido camino por la avenida cuando sintió por un momento la inquietud de ver a una chica que salía de una tienda del otro lado de la acera, sólo vio un poco de su perfil y su cabello ondeando contra el viento,

Una vez más mis venas ardían y mi estomago giraba… - explicaba Cupido – pero aún dudo que sea ella quien me hizo sentir tan extraño…

Cupido llego a este bar por la tarde después de seguir caminando por la acera atónito por aquella sensación, bebimos algunas cervezas más y después desapareció dejando en la barra bajo la jarra vacía de cerveza escrito en una servilleta:

Desearía que estuvieses aquí, lo deseo en verdad.

¿Cuánto más seremos dos almas en la misma botella viajando a la deriva?

¿Qué hemos encontrado en esta lejanía?

Los mismos miedos en el mismo viejo camino. Desearía que estuvieses aquí…

Desearía que regreses para nunca más sangrar…

Maldito sea este cólera que opaca mi corazón y explota en violencia escribiendo en el caos que eres, quien mejor me hace sentir y sólo sufro al verte partir.

¿Dónde estás mujer de dorado mirar?

¿Dónde estaremos si rondamos más en está botella?

Cupido ayudará a mitigar mi dolor mostrándome la ira de sus flechas donde grabó tu nombre. Sangraré mientras la ira corroe mi razón, se deslizará por mi columna y en un grito por tu ausencia estallare deseando no haber hecho todo por perderte…

Me pregunto si veré de nuevo a Cupido y si entenderá lo que es su adicción.