4 de agosto de 2011

Carta 3: Te tengo impaciente, ese es mi placer

Toda historia debe tener algún final, sea cual sea, esta ultima carta la publico cómo un experimento y un intermedio antes de cambiar un poco los siguientes relatos. Debo recordarte que antes de leer esta carta debiste leer la CARTA 1 y la CARTA 2
Sabía que no tenía que esperar nada nuevo de ti, te doy la oportunidad de escribirme para que intentes convencerme de seguir y parece que tu intelecto no permitió que alcanzaras más que a causarme repudio, como siempre.

Daré fin con lo de relatar el expediente María.

Era una tarde para nada especial, acordamos vernos en el parque está cerca del camino de regreso de su clase de ballet aun que un día antes me envío un mensaje al celular diciéndome que faltaría a la clase así que nos vimos más temprano.

Ella llego a la hora acordada, ni un minuto antes ni uno después, yo la veía unas bancas detrás de donde acordamos vernos. Se veía realmente hermosa, llevaba una pequeña falda, sandalias y una blusa con un cuello en “V” que le daba como resultado un discreto escote donde se asomaba su terso pecho y te invitaba a pensar en lo que la blusa oculta.

Lucía nerviosa pasando apenas unos diez minutos de la hora acordada, volteaba buscándome por la calle así es que no tuve corazón para dejar esperándola más. ¿O quizás es que mi impulso por tenerla era más fuerte que mi paciencia? Si, igual como a ti que no puedes esperar para cerrar la puerta del hotel y desvestirte.

Llegue y le salude con entusiasmo, le abrace con fuerza y al oído le susurre que me disculpará por la tardanza. Ella sonreía, pero sus nervios se hicieron aun más evidentes cuando dije - ¿Lista, nos vamos?

Sólo apenas asintió con la cabeza y le tome la mano caminando unas cuantas cuadras al hotel que había elegido. Creo que fue algo tonto de mi parte elegir un auto hotel cuando íbamos a pie, aún así el lugar era adorable por dentro.

Lo que no podré olvidar es que al entrar y pedir la habitación, la tomaba fuerte del brazo y ella temblaba sin igual, claro, también ayudo lo incomodo del tipo que da las habitaciones al vernos sonriente, más bien, con cara de idiota masturbado viendo una fantasía en su mente. Como tú, cuando me viste con tu amiga.

Entramos a la habitación y nos sentamos en la cama, tire mi mochila a un lado y la abrace con dulzura para susurrarle – Tranquila, yo me encargaré de todo…
Acto seguido comencé a besarla como de costumbre, sólo que ahora iría mucho más aprisa porque por fin sería mía. Si, ya había esperado demasiado y ya no podía soportar más.

Me coloque sobre ella y la acariciaba con suavidad, levantaba apenas su blusa amenazante de removerla, ella no sabía qué hacer pero disfrutaba besarme en el silencio.

Me levante jalándola hacia mí, se puso un poco de pie y un poco más emocionada siguió besándome. La separe de mi tan solo un poco y le dije – Aprenderás a desvestirme…

Guiaba sus manos lentamente hacia mi cadera, tomo mi blusa y la fue levantando lentamente, le ayude a quitármela por completo. Pareciera que nunca hubiese visto otra chica desnuda, me quite el brassiere para ella dejándolo caer al piso y ella se puso nerviosa, tome sus manos y las puse sobre mis senos.

Seguro en esta parte estas tratando de recordar mi cuerpo, bien el recuerdo será tu único consuelo…

Continuamos besándonos mientras que llevaba sus suaves manos a masajear mis senos, indicándole que es parecido a como yo la tocaba y en ese instante sonrío para volverme a besar.

Lentamente iba comprendiendo como acariciarme a mí, continuamos así tan solo un rato hasta que igual le desnude el torso igualándonos en condiciones, pero era ya demasiado tiempo en este jugueteo y tenía que hacerla mía de una sola vez.

En ese punto estaba igual que tu ahora, impaciente de llegar al éxtasis… Aun que creo que no es pretexto para tu corto tiempo para llegar al mismo.

Explote, sin más, pero de una manera tierna lleve sus manos hasta mi pantalón y me desnude para ella. Seguido, le empuje en la cama para que callera recostada. Me lancé sobre ella con algo de delicadeza recorriendo sus piernas e invadiendo su falda para llegar a ese templo que pronto será mío.

Desearía describirte todo con detalles para imaginarme tu cara de perversión y tus manos inquietas invadiendo lo que con sarcasmo llamas intimidad… pero no será así, sólo sabrás los detalles importantes.

Besaba su cuerpo, lo recorría por completo de forma que deseara su desnudes y su entrega o por lo menos así yo lo creía. Ya en un tiempo donde mi diversión tenía que aumentar le susurre al oído – Con ningún hombre sentirás esto…

Todo iba normal, nada que te interese realmente… Pues en los juegos realizados en el templo de Lesbos son tan mágicos que sólo se pueden explicar cuando los vives. Pero no soportaba más y de mi bolsa saque un pequeño juguete, un juguete que al verlo ella abrió tanto los ojos que parecía que gritaba con ellos de sorpresa…

Tome ese juguete entre mis piernas, le tome por sus manos y ella separo sus piernas de una manera instintiva. Dijo entre suspiros de gusto provocados por mis besos que tenía miedo, hice como si no le escuchará y me coloque a las puertas de su edén.

Entre sin pedir permiso, sin lamentaciones pero con una felicidad absoluta y así continué.

Lo que no podré olvidar, creo es el momento más romántico de mi patética vida, es que al finalizar se recostó sobre mi pecho y yo disfrutando mi victoria dijo – No imagine que sería así… pero me encanto.

Mi idea original era irme y dejarle ahí, pero creo que me conoces. Tuve que tenerla para mí unas veces más hasta que pidiera tregua… y así fue, fue la vez que más tarde llego a su casa y en la última que le vi.



Quizás la busque este fin de semana y vea si algo puede surgir.

¿Será que me persuadas para que salgamos?
Luisa

Pronto más relatos...