24 de abril de 2011

Carta 2: Erecciones nunca complacidas, la historia de tu vida.

Antes de leer esta carta, debes leer la CARTA 1

Eres el tipo más necio de la historia más jodida que puede contarse acerca de un tipo que escribe cartas… ¿Te gusta que te ignoren verdad? ¿Te gusta que te bateen? ¿Siempre es así cuando intentas hablar con cualquier otra mujer, esperas que te ignore?

Me limitaré a continuar con la historia del expediente de María e ignorare tu comportamiento tan imbécil que no comprende que no responderé tus preguntas insulsas.

Ella no se movió para nada y tenía los ojos tan abiertos que parecía tan asustada, hasta parecía que el tono de su piel era dos veces más blanco que el natural pero sus mejillas le adornaban un enternecedor color rosado. Subí el pequeño pants ajustado hasta su cadera, me levante y le abrace.

Susurrando en su oído le dije – Calma, calma… ¿No te ha gustado?

Ella trataba de decir algo, no le entendía, así que le senté a mi lado en su cama.

Creo que debemos irnos, mis papás no tardan en llegar – eso dijo ella, justo ahí tome su rostro con algo de fuerza entre mis manos mientras que ella volvía a verme con una cara de sorpresa escondiendo el miedo.

Tranquila, no te va a pasar nada – con delicadeza me acerque a su tierna boca y rose sus labios con mi lengua tan solo un poco, como si los humectara y le besé con suavidad saboreando sus labios. Sentía como intentaba no cerrar los ojos pero aún así lo hacía.

Después de unos segundos forzados termino cediendo al beso y se dejaba guiar por los roces de mi lengua mientras que ella trataba de alcanzar la mía para rozarla. Mis manos acariciaban con suavidad toda su espalda hasta que nos recostamos y seguíamos el beso, en un instante nos separamos y reímos como si hiciéramos una travesura.

Me gire para situarme sobre de ella y volver a besarle, ella se reía mientras buscaba su boca para momentos darme unos pequeños besos. Ahí con fuerza tomes sus manos y le sonreí para luego besar su cuello ahí ella cerro los ojos y podía escuchar en silencio su respiración.

Solté sus manos para llevar mis manos por su estomago mientras me colocaba sobre sus piernas, mis manos subían por su torso hasta que llegue a sus delicados y pequeños senos los cuales comencé a acariciar con suavidad sobre su pequeña blusa y sus pezones comenzaron a levantarse retando la resistencia de su blusa.

¿Qué? De seguro en este punto de lo que te voy escribiendo ya estas con una erección descomunal. Eres un asco de persona, jaja… ¿Recuerdas cuando te decía puerco? Creo que siempre lo has sido.

Comencé a jugar un poco con sus pezones sobre su ropa, fue ahí cuando ella parecía que iba a detenerme pero comenzó a apretar la cobija de su cama y la mala suerte llegó a mí. Sonó uno de esos relojes que suenan en cada hora en punto, ahí ella se giro y me dijo que sus padres no tardarían en llegar así que debía irme.

¿Piensas que me moleste y salí sin decir nada? No, no fue así pues como ya te lo había dicho la paciencia aquí es mi mejor arma así que riéndome y con cara de preocupación corrimos a la puerta donde salimos trotando donde a media calle me di cuenta que había olvidado mi sudadera ahí en su casa, ella me dijo que me la daría luego. Aun que odio esos relojes que hacen algún sonido cada jodida hora…

Hasta ahora es que pienso que la debí dejar apropósito para que tuviese algo que le recordará lo que hizo hoy, donde no hay culpa sino donde recuerde su gozo en un pecado.

Nos vimos al día siguiente pero andaba callada conmigo y hasta algo distante, normalmente caminábamos algo lento cuando platicábamos y ahora casi trotaba para donde sea que fuésemos. Ese día salía más temprano del ballet, por primera vez le espere afuera mientras fumaba un cigarro. Si, a ella no le gustaba cuando fumaba así que después de mi cigarro unos chicles de menta tuve que masticar de esos que por poco escaldan tu lengua por tanta menta.

Ella salió pronto y a paso apresurado, se acercó a mi mientras se despedía pronto de compañeras para decirme con fuerza – Tu y yo tenemos que hablar.

Sin más le seguí por el camino a su casa, dimos vuelta hasta un pequeño parque donde tienen de esas máquinas rústicas de gimnasio.

No fue correcto lo que hicimos el otro día y si se que también tengo algo de culpa pero te hablo de frente para aclarar las cosas y asegurar que no se repita – me decía con una fuerza y rapidez que me parecía tan convincente pero por dentro me reía era una ternura hablando haciéndose la chica tan madura – Así que, no fue nada lo del otro día y que no vuelva a pasar…

Claro, no le deje terminar cuando le jale a mi lado para que se sentará lo cual le sobresalto. Le senté a mi lado y le di un pequeño beso de esos de piquito ella alzo la mano amenazante y con gentileza la tome.

Mira, dime la verdad y dilo frente a mí. ¿Es que no te ha gustado para nada? – le decía con un tono suave de mi voz, el que dices que es el tono de voz para convencer al mundo – Sí es así, me detendré. ¿Pero que no ha sido algo nuevo, emocionante y sobre todo… como adictivo?

Se quedo callada unos momentos para solo cruzarse de brazos y recargarse en la banca mientras apretaba los labios y dijo un suave “Si…

Entonces no te enojes conmigo – pase mi brazo sobre su hombro para abrazarle y acercarme a su oído – si quieres lo guardamos en secreto, sólo tú y yo lo sabremos.

Ahí le di un suave beso en los labios y se sonrojo un poco para después acompañarle a su casa, justo al llegar a la puerta le dije que le enseñaría otras cosas interesantes pero que tendría que comer conmigo.

¿Tú qué crees que no acepto o que si acepto? Yo sé que me conoces por lo menos un poco y también porque eres un puerco te imaginas la respuesta. ¿No es así puerquito puercote?

Es algo claro, no se negó y pues pasaron unos días para que por fin se realizara y bueno lo planeamos de varias formas para irnos a comer pero por los tiempos que tiene no podíamos ir a ninguno de los lugares que se me ocurría. Debí haber pensado en otros lugares más cerca y no solo los que me gustan.

Fue un viernes por la tarde, parece ser que es cuando más tarde llegan sus padres a casa y acordamos que trataríamos de preparar algo en su casa. Mientras ella estaba en su clase yo fui y compre algunas cosas para cocinar, algo de carne, cebolla, tomate y arroz. ¿Crees que soy demasiado amable? Si, en otra ocasión ella hubiese pagado todo…

En el camino iba emocionada y yo le sonreía cada vez que se reía como si fuésemos a hacer una travesura, me confesó que nunca había cocinado sola que sólo de vez en cuando le ayudaba a su madre.

No recuerdo exactamente que hicimos solo recuerdo que a cada rato teníamos que estar limpiando, ah… si, fue algo de los rollos de carne rellenos de queso y fritos sazonados con algo de salsa inglesa y verduras al vapor…

Lo interesante fue a la hora de lavar todos los platos, ahí fue realmente lo divertido, jugueteamos un poco entre cada momento donde le robaba besos y ella ya con más naturalidad me daba algunos o pasaba mi lengua por su boca y una o dos veces le acariciaba el trasero o le nalgueaba.

Nos sentamos, ya después, un momento en la sala poniendo atención a la hora (te insisto, odio esos putos relojes que marcan cada hora) pero dentro de unos segundos dijo – Dime. ¿Qué cosas piensas mostrarme? ¡Pero dímelas primero!

No, jaja, así no funciona esto – le decía mientras me recostaba un poco en el sillón – todo tiene un precio para que lo averigües, sólo puedo garantizarte que no te dolerá.
Ella iba a decir algo justo cuando me estire para abrazarle y jalarla sobre mí. Le apretaba fuerte contra mí y con un suspiro que dejo escapar le comencé a besar, me encantaba saborear sus labios rosas, ella supongo por instinto coloco sus piernas alrededor de mi cadera para como sentarse en ella.

Con mis manos acariciaba su cadera con suavidad para guiar un movimiento adelante y atrás provocando que su entrepierna roce mi pelvis. Así durante un rato hasta que me gire dejando que ella se recostará en el sillón.

¡Por supuesto que ahí apareció mi impaciencia! No podía esperar más, así que subí su blusa hasta por encima de sus senos, me encantaba que cuando salía de clase de ballet no tenía el brassiere. Comencé por atender sus senos con mi boca con suavidad y solo pare un poco para susurrarle “Esto es lo nuevo” así fui bajando por todo su torso, ella no decía nada, sólo combatía ese estremecimiento en su cuerpo.

Gire su cuerpo, le dije que se recargara en sus rodillas mientras bajaba con rapidez su pants y pantaletas, ella quiso voltearse pero no le deje, sin más comencé a besar su trasero, que belleza tan blanca y tan limpia, no me pude contener y mi lengua paseaba por sus piernas…

Pero una vez más, justo cuando le llevaba al éxtasis girando mi lengua en su pequeño templo que era tan exquisito y puro de un color tan tenue y rosado… ¡Suena ese puto reloj de nuevo!

Ella se paró a ver el reloj, yo le tome con fuerza la cadera y justo cuando iba a llegar murmuraba – Ya vienen… va… va… vámonos…

No tuve más que dejarle, salimos mientras se acomodaba la ropa, me despedí de ella enseñándole a besarme el cuello. Lo hizo de una manera muy graciosa, daba besitos pequeños y luego lamía hasta que le decía que besara como si fuesen mis labios y hasta pequeñas mordidas me daba. Nos sonreímos, le di un beso en los labios.

¿Te gustaría probar algo nuevo la siguiente vez? Se me ocurre a donde iríamos – le dije y ella sólo asintió con su cabeza.
¿Es ahora cuando ya tienes una erección digna de concurso? ¿Deseas que esas ganas sean saciadas no?

Lástima, tendrás que esperar para la siguiente carta donde te contaré la culmine del expediente de María.

Ahora puerco, puedes escribirme y tratar de convencerme que te envíe pronto la siguiente carta anda, trata de ser convincente.

Imponiendo un reto,
L.


Continua Carta 3

10 de abril de 2011

Carta 1: No es un orgasmo pero te estoy escribiendo.

Ha pasado demasiado tiempo desde que te respondí una carta. Hasta me parece condescendiente de mi parte, pero tengo mis razones para estarte escribiendo.

Tus últimas cartas, podría decir que son ya un ciento de cartas, no las leí y ni pretendo hacerlo. Han de ser igual que las otras preguntando hasta el final de la hoja cosas que creí dejar en claro que no respondería y que no me interesa que lo sepas.

¿Quién trabaja para quién? ¿Qué tal va tu vida? Si, tienes razón son preguntas que no me interesa que llegases a responder pues lo más seguro es que tu vida sigue al igual que la mía. ¿Sabes cuál es la diferencia? Mi vida esta tan llena de emociones y desconsuelos que tú ya te hubieras suicidado y no por decisión, sino por miedo.

Claro que intente suicidarme una vez más, creo que mi estomago ya puede digerir las pastillas de una forma más fácil y sin que me cause estragos graves, es una lástima… ¿Qué hay de ti? Ojalá estuvieras en ese filo del barranco para que veas que ese vértigo es el único que te hace sentir tan vivo que… bueno aun que fueses la puta más ninfómana del mundo y contenta al obtener su vicio, no se le compararía a esa sensación.

Una de las razones porque, creo, te escribo es por este sentimiento de soledad que me está invadiendo últimamente. Lo sé, preguntarás algo como << ¿Qué a ti no te gustaba ese sentimiento? ¿Por qué ahora es cuando parece que te molesta? >> Verás, ahora no es como me agrada ya que realmente me hace sentir mal.

De acuerdo, no perdamos más el tiempo en él porqué escribo y porqué no lo había hecho. Pasemos al “caso de María” una de mis víctimas.

No comas ansias, pronto sabrás porque “víctima”.

La primera vez que vi a María fue en la universidad cuando pretendía entrar a un diplomado para fortalecer un poco mi currículum. Claro que ella no estudiaba en esa universidad, ella ahí estudiaba inglés y francés, lo que ella estudiaba a lo largo de la semana era gastronomía y ballet.

Debe ser fantástico que desde pequeño tengas tantos deberes por realizar, una agenda tan ocupada y de cada cosa aprender algo.  Ella era ese tipo de personas que todo el tiempo tienen una actividad que hacer y los amigos y conocidos son más como personas que se encuentra en los pasillos o en las calles.

Tenía cierta inocencia natural, una figura delgada y de facciones finas, una piel tan blanca como porcelana lacada… Como te lo has de estar imaginando, una belleza de mujer con cara de niña que no rompe ni un plato.

No me detendré en tantos detalles, en cuanto le vi me acerque a hablar con ella y como de costumbre iba de prisa pues mientras hablábamos algo coloquial caminábamos hacia donde tenía que dirigirse en una de sus actividades. Casi corría tras de ella y fingía no tener interés alguno en nada… Así fue una semana entera que recorría el campus para volverle a encontrar hasta que repetíamos la misma travesía.

Fue un viernes que por fin deje de preguntar por ella, su día y dije que realizaba por las tardes. Claro, ya debes de estar suponiéndolo, le mentí dije inmediatamente que me dedicaba a tomar fotos en fiestas, reuniones y cosas de eso con un estilo vintage, es decir, únicamente una cámara pentax que tenía ahí empolvada en casa.

Todo así de lento iba, y como debes estar pensándolo, es obvio que no tenía tanta paciencia en mí para esperar hacer de esta adorable chica mi adorada víctima así que es claro que hubo otros expedientes de los cuales no te contare en este momento… Era difícil no apresurar las cosas, así tenía que ser todo con ella, el ver esa boca suya con un tono rosado natural, su piel tan blanca… bueno, me ponía fuera de mí tanto que a la fecha no sé cómo le hice para contenerme lo necesario.

En uno de esos tantos recorridos al autobús que abordaba para ir a su clase de ballet me invito a ir a su clase, a partir de ahí sabía que que todo podía ir un poco más rápido… Varias veces estaba viéndole bailar, sonreíamos al unisonó y se apenaba cuando le llamaban la atención y siempre era la última en salir pues mientras ella acomodaba todas sus cosas las demás salían corriendo.

Fue un viernes, en la clase le había ido mal por no hacer bien, bueno no entendí bien que se supone que hizo mal pero ella estaba triste. Entre a los vestidores cuando sólo estaba ella, sollozaba mientras guardaba todo en su maleta, ahí entré en silencio a sentarme frente a ella.

Ella se limpio las lágrimas que apenas escurrían en sus delicadas mejillas y me entrego una sonrisa forzada, emití una pequeña carcajada y tome su cara entre mis manos viéndola directo a esos encantadores ojos… ¿No te dije de qué color eran sus ojos, verdad?

Te encantarían que fuesen azules para que tu erección este bien justificada, pero no, eran cafés obscuros… Así bien, tenía su cara tan delicada entre mis manos y me acerque a ella para decirle en voz baja - ¿Por qué te importa lo que los demás digan? Hoy lo hiciste bastante bien, que se jodan… Lo que digan que te hizo falta lo conseguirá pero no debes llorar.

Ella sonrío de manera angelical y dijo – Aún es temprano. ¿Qué tal si vamos un momento por mi casa?

Era claro que no podía rechazar tal invitación, así que caminando donde trataba de alegrarle mientras ella buscaba ocultar esa cara de preocupación llegas a casa de ella. De manera pícara me dijo – Deja ver si están mis papás… Para ver si podemos estar un rato adentro.

Bendita fue mi suerte, sus padres no estaban y me invito a pasar con un poco de vergüenza y ese color rosado subiendo por sus mejillas me mostro la sala, cocina y comedor para terminar ofreciéndome un vaso con agua. Se sentó en un banco cerca de la barra de su cocina justo al darme el vaso con agua, en seguida me coloque a su lado pegando mi hombro con el de ella y le sonreí mientras bebía un poco.

Ahí fue cuando a esa pequeña niña comenzó su viaje a ser mi víctima, gire en el banco quedando frente a ella y con mis pies le gire hacia mí quedando frente a frente mis pies rodillas junto a las suyas las deslice a la parte interna de sus muslos y abrí sus piernas con delicadeza ella cedía. Me sonrío junto con una cara de confusión, le sonreí y dije – Y bueno, espero que ya no te sientas triste porque si no la verdad es que he fallado. ¿Es así, sigues triste?

No, bueno, un poco pero es que… tienes bastante razón, creo que debería hacerte un poco más de caso – me dijo mientras se soltaba el cabello.

Creo que necesitas algo nuevo en tu vida, algo inesperado, siempre andas en una rutina constante y estas obsesionada con ello – le decía viéndole fijamente para después terminar con el vaso con agua y le tome de la mano - ¿Te gustaría que te ayude con eso? Creo que así tendrás un poco más de fuerza contra esas cosas…

¿Y cómo es eso? – preguntó con un aire de inocencia tratando de esconder su verdadera confusión.

Le dije que necesitamos un lugar donde podamos poner su música favorita ella dio un vistazo rápido al reloj y me dijo que debía ser rápido pues sus padres no tardaban en regresar, así es como subimos a su habitación y puso “El lago de los cisnes” porque era la primera obra que interpretó cuando inicio ballet.

Ahí en la habitación nos sentamos en su cama, le dije que debía relajarse… pasó unos minutos cuando le tome con fuerza abrazándole contra mí y murmurándole le pedía que solo cerrara los ojos y se dejará llevar por la música, lo hizo.  Ella inconscientemente me tomo por la cadera y llevaba el ritmo con sus dedos.

Con una de mis manos apreté su cuello con fuerza, ella se sobresalto, me fui acercando con suavidad mientras apretaba con menos fuerza su cuello – Shh, tranquila, es parte de…

Sin terminar la oración acerque mi boca a la suya y comencé a besarle, podía sentir que me veía mientras yo entrecerraba los parpados y mi lengua recorría sus labios humectándolos con suavidad como si sintiera el sabor de su piel, del color rosado de sus labios, tan tiernos y puros que yo me atrevía a invadir. Por inercia cerró los ojos y con algo de torpeza movía la lengua y sus labios me daban pequeños besos en cada uno de mis labios mientras que con los míos tomaba alguno de ellos para succionarlos con suavidad…

Nos recostamos en la cama, le puse sobre mi y ella sólo se recostó dejando que le besará e intentando participar en el beso mientras que con roces de mi lengua contra la suya intentaba guiarle, girando cada una de ellas rozándose nuestros alientos se entremezclaban, sus manos acariciaban mis brazos y mi torso mientras que las mías recorrían haciendo mía toda su espalda. Gire quedando sobre ella y con suavidad suspendí el beso donde, al mismo tiempo, respiramos buscando recuperar el aliento.

Esa fue la primera parte – le decía sonriendo y ella mostraba una cara de sorpresa inmensa – pero creo que hoy llegamos hasta esto, mañana podríamos intentar algo más. ¿O quisieras saber qué seguiría?

Ella sólo asintió un poco como si quisiera decir que si pero la duda le invadía, me acerque y le besé con delicadeza para después abrazarla suavemente y susurrarle que pasará lo que pasará era nuestro secreto y que cuidaría de ella. ¿Qué, ya vas creyendo que soy de lo peor? Aún no sabes nada…

Volví a besarle pero ahora de pie, ahí mis manos se deslizaron hasta su cadera y mis dedos levantaban un poco del resorte de ese pants tan entallado que llevaba después de la práctica de ballet, buscaba sus pantaletas  y al encontrarlas de un golpe baje su pants y las pantaletas descubriendo por completo sus piernas me arrodille enfrente de ella mientras que ella intentaba taparse y decir negativas a mi acción…

Tranquila, no te haré daño – le decía mientras mis manos acariciaba sus piernas – debes saber que eres muy linda y si tienes la fuerza de estar así vulnerable, la tendrás para cualquier otra cosa.

Bese cada una de sus piernas dejando un poco de mi saliva y con suavidad fui subiendo sus pantaletas, se las deje puestas mientras mis manos acariciaban suavemente sus muslos y ella intentaba moverse de ahí pero algo le mantenía en la misma posición, sentía su mirada de asombro…

Creo que ya son suficientes páginas para una simple carta, no creas que todo ahí termino pero siento que hasta aquí mereces saber.

Sin amor alguno,
L.


Continua CARTA 2