19 de septiembre de 2010

Sólo un café me embriaga y sueño con su aroma [Parte 2.4]

¿He excedido el tiempo en publicar esta parte? Pues yo tampoco resisto más, te presento el final de la segunda parte...
Leer antes PARTE 2.1, PARTE 2.2 y PARTE 2.3
La verdad es que quería volver a soñar, continuar con ese sueño que se presenta por partes. De alguna manera esa maldita ilusión que me perturbaba cuando volvía  a la realidad, me hacia sonreír de felicidad.

Sé que es agotador, no puedo realmente dormir para sumergirme en ese viaje donde estoy con ella, con aquella muchacha que no conozco, la que no quiero conocer pero a la vez quisiera que ella me conociera. Así quedaría excelente como una supuesta excusa justificada…

Comencé a recordar la cafetería, la amable y tímida camarera, el café tostándose, hirviendo y soltando su alma odorífica…

Me senté a las afueras de una iglesia bastante sencilla y humilde, ella caminaba por la calle hacia mi dirección y el sol se escurría por su piel, se deslizaba sin pudor alguno por su rostro, sus cabellos, su cuello y resaltaba la piel de su pequeño escote… La veía caminando hacia mí, peleando con el viento que movía alborotando su cabello.

Fingiendo una sonrisa se posa a mi lado, se sienta y choca su hombro con mi brazo como empujándome y yo parezco inerte pero no dejo de observar cada uno de sus movimientos y olerla en cada uno de ellos.

¿Por qué aún no me mandas al carajo? – Pregunte con una voz suave – Sabes que conozco mucho de ti, aun que parece que realmente no es así. Eres poco paciente y detestas que te hagan sentir que cualquier cosa que hagas, por insignificante que sea, no sea valorada. He sido seco y frío contigo, disuadiéndote de cualquier afecto, por amistoso que fuese…

Lentamente deslizo su brazo a través del mío y lo apretó contra sí misma, suspiro lentamente y fue como entendí que debía callarme. Y así lo hice, hasta hice más… puse mi otra mano sobre su frente cubriendo sus ojos del sol y a momento acariciaba ese mechón de pelo que se resiste a siempre cubrir su rostro.

Las horas se hicieron minutos y el atardecer llego sin que lo sintiese. Hice que girara su cabeza y dije lentamente, como si cuidase mis palabras - ¿Qué opinas si nos vamos al hotel y vemos una película ahí? Al cabo A… creo que nos dejo por aquí y no creo la veamos hasta mañana…

Con un rostro serio y con esa mirada infantil resignada asintió.

Abrí la puerta lentamente e hice un gesto cordial para que ella entrase, sonrío y se encamino, aventó la bolsa al tocador (como detesto su falta de orden), ella tomo asiento cruzando su pierna en uno de los sillones cerca de una pequeña mesa, por mi parte camine a la que era mi cama, la más pegada a la gran ventana de la habitación, me senté de cara al ventanal y suspire alzando los brazos y dejándome caer en mi espalda.

Sobre la cama le observaba recorriendo su figura ahí posada lentamente, mis ojos enfocaban sus pies y deslizaba mi mirada cuál seda por sus piernas cubiertas por ese viejo pantalón roído de mezclilla, su blusa y sus manos hasta llegar a su rostro, ella hacia algo parecido conmigo y nuestras miradas se cruzaron quedándose ahí fijas por no sé cuánto tiempo.

No podre tenerte – suspirando en un tono tan bajo que apenas era perceptible para mí me decía tratando de apartar la mirada pero también sin hacerlo – lo sé, bien se que no puedo y ni podre tenerte… ¿Ella es más…?

Me incorporaba lentamente mientras ella hablaba para después no permitirle terminar su pregunta diciendo – Ojalá no hubieses dicho eso, ojalá que no me gustase verte, ojalá no jugara a creerme Da Vinci ideando planos e ideas para hacerte… ¡Y además! Deseo que de verdad esto se detenga para no darte una de mis orejas en una caja rosa con un moño morado y decirte que es un regalo…

Y la verdad – continúe mientras acomodaba mi almohadón lentamente – es que yo no tampoco puedo tenerte. Pero soy feliz siendo tu amigo, porque tu arranque de felicidad me deslumbro y encanto, en su máxima demostración como en la más pequeña cuando solo sonríes… ¡Ojalá…!

Ella separo sus piernas y apoyo sus manos en las rodillas al escuchar mis súbitas palabras, frunció un poco el ceño solo para aflojarlo y dar un compas a torcer su boca. Con cierto toque de elegancia y en absoluto silencio me dedico una última mirada mientras yo me acostaba sobre la cama y suspiraba al techo.

¿Te dormirás? – pregunto antes de cerrar la puerta del baño.

Dormitare para no soñar…

Encendí el reproductor de DVD de la habitación y comenzó un disco de jazz que me encantaba, el saxofón sonaba lentamente y la noche caía… mis parpados cubrían mis ojos ocultando la media luz que llenaba ese refugio que compartía con ella y escuche el agua de la regadera caer hasta que se silencio, la puerta del baño se abrió lentamente y una figura lenta camino por la alfombra. Ahí cerré por completo mis ojos y solo el jazz predominaba en mis oídos.

Lentamente mi camisa se iba desabotonando, eso sentía yo, mi pecho reacciono al estar expuesta fue ahí cuando sentí una de sus manos tibia recorrer mi pecho y me abrazo fraternalmente, sintiendo su cuerpo desnudo y humedecido por el agua.

Soy tu amiga, ¿verdad? Tengo un cariño por ti más allá de una amistad, pero no quiero dejar de ser tu amiga – me decía – pero eso que siento tan fuerte hoy, desde la tarde, ya no puedo aguantarlo. ¿Me permitirías estar contigo?

Sonriendo estire mi mano y la abrace fuertemente contra mi regazo para acariciar su humedecida espalda por la combinación del agua y el calor que se percibía.

También soy tu amigo y el cariño que siento por ti es más grande e igual no quiero dejar de serlo – ella se acomodo en mi regazo acomodando sus piernas a lado de mi cadera quedando sobre mi lentamente puso su cabeza a lado de la mía…

Ella sonrío y dijo que esto sería más que solo un arrebato de felicidad, sino de pleno gozo y algarabía… pero sin tanta inocencia. Diciendo eso me despojo de mi camisa y sorprendiéndome la doblo un poco y la coloco en la cama vecina.

Ante tal gesto no me pude contener y levantándola de mis piernas la recosté con suma delicadeza en medio de la cama.

Mi rostro llegó muy cerca del suyo, inhalábamos nuestros aromas y respirábamos al unisonó… Nuestras miradas estaban fijas y en la suya ese destello infantil clamando algo…

Mi mano se deslizo por su cabello y acaricie su nuca para tomarla con un poco de fuerza. Así la lleve hacia mi cara y juntamos por primera vez nuestros labios, ambos un poco incrédulos nos veíamos por unos minutos hasta que ella dio la razón cerrando suavemente sus ojos y comencé a saborear sus labios, uno por uno alternadamente. Mi lengua se disponía a ser invasor de su boca y ella me recibió con la suya… Humeante, deseosa e inquieta seguía mis movimientos lentamente y con cautela pero con absoluta coordinación.

Sus brazos se entrelazaron en mi nuca mientras que lentamente buscaba acomodarse mejor, sus muslos por fin llegaron a mis costados y me apretó con ellos con una fuerza y suavidad entremezclada haciendo que mi cadera se juntase con la suya, ambas aun atrapadas entre nuestras ropas. Por mi parte exploraba más su piel recorriendo sus hombros, deslizándome por sus costados y rozando el estomago, vientre y un poco más que la postura tan natural me lo permitía.

Todo se torno un poco nebuloso y solo escuchaba el suave jazz deslizarse por mis oídos e inundando la habitación. Mis manos acariciaban su piel, cada vez buscando más de ella y pasaba por cada rincón, por cada trozo y grandes laderas de aquella tersa seda que a cada uno de mis roces y como la noche se convertía en mañana se humectaba así misma.

Me sentía cual artista esculpiendo y ella era mi musa y mis instrumentos para realizar el que hasta ahora llamaría como lo que sería mi mejor trabajo artístico y no era solo mi habilidad al deslizarme en ella, sino también su gratitud al recibirme que hacía más placentera mi labor.

El reloj un poco más de una hora del inicio de este trabajo cuando por fin lance al aire la ultima prenda que a ella le protegía, la deslice lentamente por sus muslos dando mimos con mis labios en cada pedazo de piel que la tela descubría. Así en completa naturalidad continué recorriendo su figura iluminada solo por la lámpara de la mesa de noche, ella no decía nada y solo suspiraba buscando acallar sus palabras, sus sonidos y por poco deseando no respirar tan fuerte, como si no quisiera que la escuchase.

Subí besando sus piernas, su vientre hasta su rostro y lo acaricie con una de mis manos diciendo – No hare ningún daño, solo quiero que me sientas como yo no me detengo de sentirte, a ti y a ese “algo más por ti” – cerré su respiración de alivio con mis labios y descendí un poco más entre su figura recostada, mi mano en su cadera le invitaba a darse vuelta y ella accedía quedando boca abajo.

De acuerdo, me e-encanta – dijo muy despacio y sonando solo como una exhalación.

Recorrí su espalda lentamente acariciando con mis dedos, mis labios humedecidos y mi lengua hasta llegar a sus hombros, ahí no me pude contener y encaje de un golpe mis dientes saboreando la presión que ejercía en su piel y ella solo musitaba palabras dejando que su respiración saliera de un golpe, así hice un camino marcado en sus hombros a su cuello, cada mordida la cauterizaba con mi saliva. Era el ingeniero que construía con mis dientes la avenida a su cuello…

Descendiendo una vez más tranquilizándola con mimos por parte de mis ilícitas manos fui a sus glúteos, ella con una torpeza digna de una víctima y una mirada infantil buscaba mi mano, yo se la cedí para que la estrechara con fuerza cerca de su cadera mientras que mi boca jugueteaba en sus carnes posteriores. Poco a poco más olvidábamos el pudor que entre “amigos cariñosos” se puede tener y mi lengua endiablada dibujaba lentamente su línea de separación en sus nalgas, esa frontera que alberga el portal a Sodoma para acercarme lentamente hasta alcanzar ese pecaminoso sitio en su deleitable cuerpo.

Al posar mi lengua por primera vez alrededor del lujurioso portal de las tierras de su cuerpo ella reacciono de manera eléctrica arqueando su espalda y apretando mi mano encajando un poco sus uñas, en un momento me preocupe pero pícaramente continué con mayor enjundia mi tarea; haciendo que ella ya no pudiese decir nada mientras que mis manos acompañaban sus movimientos acariciando su espalda y jugueteando con esos coquetos hoyuelos en su espalda baja.

Poco a poco la puerta favorita de los sodomitas, estrecha y recelosa a abrirse a cualquiera me permitía entrar con mi lengua enardecida, ella no pudo más, no lo soporto ni un segundo más al sentir la humedad de la boca de su amigo y en un solo instante derramo el jubilo en su templo del amor, el sudor en su cuerpo impregno en un solo instante desde su frente hasta el último dedo del pie. Mi mano sentía sus uñas encarnándose ante tal arrebato de placer y mi piel ante tal ataque no soporto y dejo  salir un poco de sangre, ahí me volví más loco de deseo. Aun así enloquecido de deseo me acerque a ella, buscando su rostro y acaricie su cabello mientras ella recuperaba el aliento, pero aún sin recuperarlo y a estar a su altura se lanzo a mi sin decir nada y sellando nuestros alientos…

Recuéstate – indicándole que debía girarse para estar boca arriba  y ella sumisa pero con expectativa atendió – aún tengo más ideas…

De rodillas a su lado saboree sus labios despidiéndome solo un instante para descender besando su barbilla, mordisqueando su cuello y recorriendo su clavícula con mi lengua para pasar a sus montes carnosos donde cuál infante rodee en su totalidad con mi boca, mi lengua y mis dientes estirando, amasando, masajeando y sobando con mis manos atendía a cada uno por igual sin olvidarme de alguno en ningún instante. Comía para seguir comiendo de ella y no parecer aún satisfecho en totalidad.

Descendí dibujando círculos con mi saliva por su torso mientras que una de mis manos acariciaba sus dulces labios y ella impulsada tanto por el pecado, la lujuria y ese amor – o cariño – que sentíamos el uno por el otro comenzó a saborear mis dedos, primero el índice delicadamente, luego el medio hasta que torpemente introdujo en su deliciosa y húmeda boca mi dedo anular, estaba fascinado y ella también lo parecía...

Su perfume natural aumentaba mi lascivia, no podía detenerme, baje por su vientre repartiendo delicados mordiscos hasta el monte de Venus donde cariñosamente me arremoline saboreando y sintiendo su naturalidad, ese sudor que hace un momento emano con fuerza y su calor corporal aumentaba.

Me acerque a la cuna de la creación, a las puertas del amor, al mar de sus muslos donde se oculta el dulce coral de Afrodita. Me deleite los sentidos desde lejos y mi respiración agitada junto con mi cara se acercaba a ella lenta y cuidadosamente…
Iniciando mi labor mis ojos se cerraban lentamente cuál puertas del cancerbero, la habitación se diluía y mi olfato era acariciado por un sensual, exuberante aroma… el aroma de aquel café del día. Flotando semidesnudo aun viendo sus muslos como puentes que me abrían paso hacia la intimidad que me ofrecía como primer platillo.
Ya no estábamos en la habitación que era nuestro cuarto donde el pecado se guardaría, no, la melodía del saxofón acompañada por mi respiración agitada y sus suspiros entremezclados con esos gemidos tan animales por parte de ambos, era la música de cámara que dominaba nuestro sentido del oído y acompañaba mi labor donde me desenvolvía como un auténtico y frustrado Da Vinci y lanzando palabras en su oído como un Shakespeare apasionado…

La doceava nota hacia su entrada en nuestra sinfonía lujuriosa preparando el camino para la treceava y última nota, cuando todo se interrumpe por un ensordecedor pero amigable “Diiiii-ing”. Me lleva a parpadear fuertemente, mover mis manos buscando apoyo en mi silla. Ahí aparecí, en lo que en alguna ocasión pude juzgar como mi guarida, mi despacho o mi estudio para el desarrollo de mi imaginación sin estar consciente caminaba por el pasillo, rodee la sala y me pare frente a la puerta – Enseguida voy… - dije mientras mi mano se apoyaba del pomo de la puerta para estrecharla con fuerza.

Al girar el pomo lentamente hacia crujir a la puerta como si esta llorara de dolor y en mis adentros me decía “Por fin ella llegó”. ¿Quién llegaba? A caso… ¿es real aquella chica a quien acariciaba  (o algo más que solo acariciarle) en ese sueño nebuloso? Y más importante aún, ¿la conocía realmente?

Aparte la puerta de mi vista y una figura femenina se erguía ante mí. Baje la mirada y lentamente recorrí su cuerpo desde sus piernas hasta llegar a su rostro. La conocía, pero no era quien (en mi interior) deseaba ver con gran júbilo.

Hola, mi amor – me dijo mientras se estiro a tomarme de la mano y darme un tierno beso sobre mis labios y con un aire infantil me dedico una sonrisa.

Por favor pasa, nos iremos en unos minutos. Ponte cómoda – le decía mientras le permitía el paso. Traía ese perfume que me encanta y siempre olvido el nombre, solo sé que tiene un poco de moringa una planta que me fascina por su aroma. Traía un pantalón entallado a la cadera y una blusa de vestir morada…

Vuelvo a la realidad caminando al baño, deseando poder seguir soñando con mi amiga, poder soñar aún con ella y culminar con lo que había comenzado. Lo que llevaba bien trabajado y terminar la sinfonía para la satisfacción de esa imagen etérea de aquella que aparece en sueños…

Pero ahora entiendo con mayor claridad, Morfeo eres un desgraciado, dopándome para crear esas imágenes tan placenteras que nunca en mi vida he tenido para privarme de ellas y darme un golpe en mi nuca llevándome a la realidad…

¡Puta sea mi suerte! Pero esta noche tengo una cita con alguien que se ha ganado mi cariño… Cruel es la realidad, ¿eso es así? ¿O realmente que es soñar con ella… con M…?
Continua PARTE 3.1

12 de septiembre de 2010

Sólo un café me embriaga y sueño con su aroma [Parte 2.3]

Que más nos espera en este estado onírico que se renuncia a morir y continuar alargándose, tercera entrega del segundo relato.
Antes debiste haber leído la PARTE 2.1 y PARTE 2.2 
Eres un tarado – me decía con la vista al frente buscando algo que ver recelosamente y ese objeto no tendría que estar en mi dirección – Debo decirte algo, me agrada que seas poco común… siempre tienes cada cosa que saca de sí a cada uno… ¿Qué me dirías si te digo que te he tratado de estar coqueteando todo el tiempo?

Una respuesta simple, no te creería – le respondí llevando mi vista a su rostro en perfil donde podía notar su respirar que llevaba a la molestia absoluta y pase mi mano acariciando su hombro. Obviamente ella reacciono negativamente y suspiro.

Bueno, tienes razón. Tú no podrías gustarme de alguna manera distinta a “conocidos” o amigos… – ella declaraba con un tono de sarcasmo, como si fuese una broma – Supongo que no haz de recordar nada de lo que paso anoche, eres un olvidadizo.

Al terminar esa frase se dio la vuelta, justo en ese instante A… venía saliendo de la tienda, M… camino lentamente haciendo más evidente su contoneo habitual a caminar y con paso duro y decidido. De alguna manera, hice que se enojase y no tenía idea porque aún así me pareció un poco cómico.

A… se acerco a mí y me abrazo por la cintura mientras yo veía al frente mientras que M… se colocaba a un lado de mi un poco más cerca y veía en la misma dirección que yo. Me gire un poco para dar la cara a quien se acogía de mi cintura.
A… dijo sonriendo – Entonces galán… ¿A a donde nos vas a llevar?

Jajaja… ¿Galán? Bueno, no tengo idea a donde ir pero me gusta esta vista. Me declaro a su merced, tú sabes que hay por aquí y que no hay. ¿Por qué no eligen a donde ir? Solo recuerden que no tengo mucho dinero para gastar, así que no puedo pagar grandes cosas…

El traerte aquí no solo fue para que veas a A…, no la verdad es que vienes de invitado y fingiremos que eres guapo y nosotras somos tan amables que pagaremos todo. – M… declaraba con el seño fruncido y buscando torcer la boca para disimular su molestia para el que se yo que hice para molestarle. Inmediatamente después entramos en un debate de mi vergüenza a dejar las cuentas a ellas nada más.

Bueno, puedes pagar las propinas o algo así. Pero por lo que vamos a gastar no te preocupes esta vez será más de nuestra parte que tuya, igual y le puedes pagar de otra forma a M… - decía A… con cierta picardía e intensiones de molestar a M… quien reacciono dándole un pequeño golpe en el brazo y riendo con ella para que me dijeran que no me preocupara.

La tarde avanzo y el fastidio, tedio con el enojo como neblina se fue disipando junto con los cigarrillos que llegue a compartir junto con ellas aun que no era opción él no compartirlos.

De camino a casa de la señorita A…, M… camino a mi asiento me hizo recorrerme a la ventana para que ella pudiera sentarse, se acomodo el cabello y me dijo con un tono bajo en su voz y viéndome de reojo a través de ese mechón de cabello que se rebela en todo momento para quedar fuera de su vista – La felicidad por la que fui atacada anoche no fue casualidad y quise contagiarte con mis propias razones. ¿Lo recuerdas, no es así? – Sus ojos brillaban cuál ventana en noche de neblina y la habitación iluminada por velas.

Cerré un instante los ojos girando mi cabeza directamente hacia ella, sobe mi barbilla al mismo tiempo que abría mis ojos para verle completamente. Por su parte ella giro su torso para dejarme verle con sus ojos fijos junto los míos y deje escapar mi respiración lentamente…

Te seré sincero – su rostro dibujo preocupación y volteo lo más rápido posible a ver a su compañera que dormitaba hechizada por Morfeo – realmente no soy capaz de olvidar nada que tenga ver contigo. No solo al conocerte en éxtasis de la felicidad contagiando mi amargo ser… Desde conocerte en una tarde atestada de coincidencias hasta llegar y compartir el mismo paso contigo, no puedo olvidar nada de eso porque me insultaría a mí mismo. Tú aroma, inolvidable y más al mostrarte en tu dopaje de felicidad absoluta me embriago haciéndome caer en tu oferta.

Su boca se abrió un poco mostrando el brillo de su saliva para decir algo mientras que sus ojos se abrían cada vez más ante cada una de mis palabras que salían como si mi boca tuviese vida propia.

Y no solo por anoche… - dije dejando escapar aire.

Fundirme en tu piel… - dijimos al mismo tiempo y callamos sorprendidos. No soportando más mi mirada se giro al frente y yo me recargue en el asiento entrecerré una vez más mis ojos relajándome.

Se levanto de un salto haciendo un gruñido de fastidio, según mi juicio, dando paso al asiento trasero para estar con su compañera mientras que yo me dedicaba a ver el paisaje recorrido.

Me levante del sillón bebí el último sorbo de mi café para guardar mi libreta en mi maletín, necesito aire, baje las escaleras para salir del establecimiento. La camarera amable platicaba emocionaba con su compañera de trabajo interrumpiendo eso para darme un vistazo rápido que le agradecí sonriendo para pasar a sentarme fuera del establecimiento. Esto es extraño, me provoca un cigarrillo.

Respira, respira más… cada vez es más fuerte, realmente me siento ahí. Creando realidades para escapar de mi solitaria verdad. ¿Acaso estoy sólo? No, no es así. Tengo a esa persona que se aprecia, quiere y se puede llegar a amar. ¿Qué carajo está pasando? ¿Realmente conozco a M…?

Esas y más preguntas me fui formulando mientras iba en camino a mi departamento, era suficiente por este día.

Cayó la noche y parecía que iba a ser turbia ya que Morfeo se cabreo conmigo y estaba decidido a no visitarme como novia enojada con el amante, ni una llamada de él recibiría. Sin más y tirado así a mi suerte jale la silla de la computadora hasta mi ventanal donde corrí las ventanas y vi a la seductora y malévola luna en su forma sonriente, brillante y casi podía escuchar esa carcajada acallada por sus dientes juntos para dibujar esa sonrisa sarcástica y macabra. Esta noche es la noche, no sé cómo y ni sé cuándo pero algo pasaría, esa frase “esta noche es la noche” paso varias veces por mi cabeza mientras veía el fulgor de la luna comiendo un emparedado… 
Continua PARTE 2.4

11 de septiembre de 2010

Sólo un café me embriaga y sueño con su aroma [Parte 2.2]

He escuchado que la paciencia es una virtud, pues la tuya sera bien recompensada. Continuamos con el relato, la segunda entrega de la segunda parte. Si no haz leído la primera entrega debes ir a la PARTE 2.1
Iba caminando a su lado, ella iba en silencio y con su rostro serio acelerando el paso solo una cuadra antes de llegar a la casa de la señorita A… dijo – Ya debe andar esperándonos, diré que es tu culpa que llegásemos tarde, ja, ja – solo torcí la boca y la vi trotar hacia aquella casa mientras sacaba su celular para marcar, en ese mismo instante y en un acto de improvisada coreografía salió la señorita A… y se abrazaron riendo. Al final me acerque y salude como era debido.

El viaje comenzó hacia el puerto; esperábamos un camión que nos llevaría no muy lejos del hogar de ella… Bueno, era eso o era mi apreciación de que todo parecía tan cerca del hogar de A… En el camino, ciertamente me notaba molesto y así me lo hicieron notar, ya que ellas iban bromeando, jugando y apreciando todo lo que se podía ver en el camión yo traía esa cara de pocos amigos, más de lo normal ciertamente, solo respondí – La verdad es que estoy encabronado… ¿Quieren saber porque, no es así? Pues es muy simple, me sacaron de la cama y no, eso no es lo que realmente me está cabreando… He dormido alrededor de dos horas, en la madrugada no comí algo que exactamente llena el estomago, ese es el problema. ¡Tengo un hambre para parir elefantes! – lo grite, realmente lo grite en el camión y la gente volteo a verme con interrogación y mis dos dulces acompañantes se limitaron a reír entre ellas.

Se apiadaron de mi, al llegar al puerto y andar por… la verdad es que no se me aclaro que demonios era, pero diré que era el malecón, pasamos por varios puestos de comida hasta que comimos unos sopes y picadas, comida típica de la región. Joder que alivio.

Después de eso A… menciono que tenía que ir a recoger no se qué cosa con un compañero de trabajo para quien sabe qué cosa, le acompañamos caminando por el malecón hasta que entro en una tienda, yo camine hacia una vista esplendida del mar, apoye mis brazos en la barda y ahí me quede mirando. Unos minutos después llego M…, venía sonriente y me veía mientras yo solo me fijaba en el firmamento como si ella no hubiese llegado.

Inhale bastante aire por mi nariz, suavemente, apreciando cada olor que llegaba a mí y fue cuando uno despertó mi interés, una mezcla un poco complicada pero predominaba el olor a fresa con alguna especie de caramelo, dulce y atrayente, el olor entro por mi nariz. En ese momento el aire golpeo el rostro de M… y giro su rostro hacia el mar para comenzar a verlo, en ese momento la vi completamente, como en ese momento de su excitante felicidad.

Huele a fresas con algo más… – dije y estaba por interrogar del olor cuando ella me respondió - ¿Si? ¿Apoco lo hueles? Es de mi labial, creo que si huele mucho.

No es que huela demasiado – le aclaraba – el olor lo percibí y se me antojo esa rara mezcla, no es solo fresas y no es el fruto, algo como caramelo… ¿de fresa? Jajá… no sé, huele…

Hice una pequeña pausa donde ella detuvo mi habla para decir algo más, declamando – Aaaah, ¿quisieras probarlo? – sin inmutarme asentí con la cabeza y dirigía mi mano hacia su rostro mientras ella aún veía al frente giro un poco la cabeza, tome su barbilla con mi dedo índice y pulgar girándola hacia mi lentamente. Ella hizo una pequeña sonrisa y colocaba sus labios juntos y levantándolos hacia mí, yo me acerque un poco y con esa misma mano con la que la sostenía la deslice lentamente hasta llegar a los labios. Me detuve un poco y respirando suavemente… pase de una forma rápida mi dedo índice recorriendo sus labios con la yema del mismo dedo, recogiendo el labial, al recorrer sus labios con mi dedo completamente lleve este mismo a mi boca y saboree el labial para volver mi vista al frente, las nubes se movían lentamente.

Por su parte, viendo yo de reojo y con mucho sigilo, M… frunció un poco el ceño y dejo escapar aire… como un suspiro contenido pero apenas saliente de su ser. Sin más volvió su mirada al frente y no dijo nada por unos tres minutos, hasta que dijo con ese tono tan femenino haciendo gala del sarcasmo – Y… ¿qué te pareció, esta bueno? – La mueca de una risa contenida se asomo en mi boca envidiosa y con galantería respondí – Si, sabe bastante bien… ¡Y eso que no me gustan tanto los dulces de fresa! Pero sabe bien. Debe ser una tentación para estarte chupando los labios todo el día trayendo semejante sabor de labial, ¿no es así?

Ella hizo un sonido parecido a una risa pero más bien era una exhalación con ironía y respondió – Ja, si supieras que no es lo mismo andárselo comiendo sola, es más, creo que se usa para alguien más – eso me sorprendió, necia realmente necia y empedernida pero coqueteando a su manera tan “fría y desinteresada”…

En ese momento escuche como en eco – Señor, ¿gusta que le traiga algún otro café? – tenía una libreta en las piernas y una pluma en mi mano izquierda, la derecha sostenía el vaso que alguna vez contenía ese humeante y embriagador café. Si, tráigame uno más del día – respondí – si fuese tan amable.

Regale una sonrisa a la muchacha y ella me correspondió con un gesto tímido.

Lance mi libreta que contenía esos cuadros y líneas de mi trabajo, información, datos, bytes, gigas… todas esas cosas que parecen complicadas y al momento que las termino son estúpidamente sencillas para las personas. Bonito lugar y momento para ponerme a trabajar, bebiendo café, llenándome de aromas y soñando despierto…

Pronto regreso, más amable que antes casi como si disfrutara su trabajo, aquella muchacha recibiéndome con mi café, traía consigo dos sobres de azúcar moscabado y una paletilla para su combinación con el café. Llegó y dijo – Aquí está su café, vi que le puso azúcar moscabado. Si necesita algo más, avíseme por favor – le dije suavemente que no dudaría en hacerlo y deje que colocara el café en la mesilla enfrente de mí, sonrió una vez más y yo correspondí con mi mueca más parecida a una sonrisa amigable.

Justo cuando se dio vuelta y su falda a las rodillas dio un bello giro, eso me dio un poco de gracia y creo que sintió que le miraba la espalda cuando me vio de reojo, carajo, coquetee supongo yo.

Yéndose la amargada empleada que transforme en una empleada a mi disposición prepare excesivamente lento mi café casi como si cada grano del azúcar lo hacía perfectas esferas para después golpearlas destrozándolas y diluyéndolas. Ahí veía ese vórtice de mi café al agitarlo y su aroma subía lenta y seductora ante mis fosas nasales que se ensanchaban recibiendo su esencia.

Si, así es, es así como pasa pues mis parpados fueron jalados hacia abajo con una fuerza diminuta pero persistente. Esas cuerdas del aroma del café y su sabor envolvían mi rostro suavemente, daba paso al golpe final… abría mi compuerta al sabor e inundaba sus tierras húmedas con aquel caliente brebaje…
Continua PARTE 2.3 

10 de septiembre de 2010

Sólo un café me embriaga y sueño con su aroma [Parte 2.1]

¿A sido larga la espera? Si es así fue para aumentar tu expectativa, así podemos esperar mayor placer. Esta es la segunda parte de toda la historia... Continua, espero invadir tus sentidos con las siguientes entregas.
Antes de leer esta parte debiste leer la PARTE 1.1  
Dos semanas después de divagar de una forma tan, quizás original sería la manera de llamarle, desperté con esas imágenes del sueño en lo profundo de mi cerebro y sin poder removerlas me levante de mi letargo.

Este día decidí salir de mi rutina y darme el gusto de deleitar mi paladar con el sabor de un humeante café, inmediatamente me dirigí al centro a esa cafetería que por lo regular estos días se encontraba sola y podía disfrutar de sus sillones acolchonados y esa media luz en la esquina.

Llegue sin contratiempo alguno a la cafetería pedí el café del día, vaya mi suerte era una deliciosa mezcla de quien sabe que cafés latinoamericanos con uno de Sudáfrica, el olor del café era intenso pero dulce y al probarlo mientras subía las escaleras para aquel sillón (mi favorito en el local donde me podía reposar con una enriquecedora media luz para relajarme) tome un pequeño trago de mi vaso, un sabor amargo pero a la vez dulce exactamente lo que estaba buscando, me senté y exhale como si el vapor emanado por el café que acababa de beber surgiera de mis pulmones como cigarrillo adheridos a los mismos.

Desde que desperté y me arregle para saciar mi antojo me creí aliviado a que esas imágenes de mi delirio (o más bien sueño despierto) se habían quedado solo ahí pero al reclinarme sobre mi asiento y bebiendo poco a poco de mi vaso humeante, sentía como el café se deslizaba por mi lengua erotizando cada una de mis papilas gustativas donde desenmascaraba cada partícula de sabor del mismo ahí fue cuando mis parpados se hacían sumamente pesados y cada vez me parecía mucho más cómodo mi aposento, pensé – Demonios Morfeo, me dopas… me dopas en el momento menos indicado.

Abría lentamente mis ojos esa habitación de hotel con la cama que ahora me quedaba grande, que pereza sentía… necesitaba dormir. Justo en ese momento ella, en un bello conjunto de lencería (nada excitante, más bien amistoso y coqueto), un brassier que levantaba sus dos montes con un diseño que entremezclaba colores rosas, rojos, amarillos y rosas en unas figurillas amigables y unas bragas parecidas a un pequeñísimo short con el mismo juego de figurillas y colores, brinco cayendo parada con sus pies a mis lados comenzó a brincar haciéndome rebotar un poco en el colchón diciendo – Levántate, levántate, ya, levántate, nos tenemos que ir, levántate, anda por favor despierta… - ahí decidí abrir por completo mis ojos y ponerme boca arriba y fue cuando se dejo caer sentada sobre mi estomago haciéndome expedir casi todo el aire en mis pulmones y poniendo sus manos en mi torso desnudo dijo - ¡Que te levantes carajo ya es tarde! – la verdad es que me gusto como gritaba y desesperarla para mi podría ser un juego bastante entretenido.

¿Tarde para que carajos? – respondí con apatía en mi voz.

Le dije a A… que hoy iríamos al puerto, dije que te avisaría pero no te avise anoche… Nos pusimos a jugar y se me olvido, ¿recuerdas? – La verdad es que no recordaba nada, una vez más estaba en algo que aparentemente sabía que había pasado y por alguna razón no podía recordarlo con exactitud, sin embargo respondí – Si, si recuerdo… no que me avisaras algo pero si lo de jugar… Me has comprometido a algo que yo no quería, aún por lo menos, hoy quería dormir bastante, pero anda pues – la empuje a mi lado derecho por su cadera desnuda – no vine tan lejos para quedarme a dormir, veamos que hay en el puerto.

Ella se limito a sonreír un poco y se levanto inmediatamente para terminar de vestirse mientras yo estiraba los brazos y descubría bajo las sabanas que me encontraba completamente desnudo, interesante, podría sacar las conclusiones más obvias pero no me sentía como tal… Así que supuse que descubriría que había pasado, que aparentemente recordaba, unas horas después. Sin más me dirigí a tomar el baño más rápido que pude, seque lo mas que pude mi cabello con la toalla y me vestí para salir…
Continua PARTE 2.2