4 de octubre de 2012

Sed de ti


La lógica jamás ha sido mi fuerte,
Menos cuando tus labios están a centímetros de los míos.
¿Besarte?
Es casi como estar frente al precipicio y no tener resistencia.
Es saber que puedo caer pero es tan fuerte el deseo que…
Suele ser imposible no dejarse llevar.

Me encuentro en caída libre sobre tu espalda, 
cediendo al deseo entregarte todo, una noche, el alma húmeda, sedienta.
Un beso, un simple y complejo arrebato de pasión…

¡Basta ya!
Quiero caer, caer en la tentación de hacerlo.
Hacer que mi cuerpo explote contra el viento de tu respiración
Rozando cada milímetro de mi piel,
Arañando el deseo con cada parte que deseamos del otro,

Con el alma desnuda y el cuerpo vestido de éxtasis.

Te he pensado tantas veces con fervor que parece pecado,
He reventado tantas sábanas deseando que tú estuvieras en ellas,
He perdido tantas veces la cabeza, extasiada del deseo de verte parado justo frente a mi piel ardiente de pasión.

He desgarrado tantas veces tu recuerdo que de pronto mis labios,
encuentran la humedad de tu lengua, en ese recuerdo que se mueve lento retumbando entre el amor salvaje y la locura, 
volviéndose remolino de silencios entre besos y mordidas,
Sí, besos que juegan hasta que las ganas duelan.

Que el deseo se vaya en malas intenciones,
Perdida aquí, en la caída libre de nuestros cuerpos entrelazados con fuego.
-Quédate, quédate sólo esta noche en mi, a un paso del cielo y a dos del infierno.

1 comentario:

Jonathan dijo...

Me fascinó. Expresa perfectamente como el deseo se antepone a la indecisión, porque aunque seamos conscientes de lo vulnerables que somos realmente no nos importa. La última línea, 'quédate sólo esta noche en mi' en vez de 'quédate sólo esta noche conmigo', posee una diferencia abismal en el significado. Finalmente todo concluye con que ese hecho nos puede llevar a la felicidad o al sufrimiento, pero ¿cómo saberlo? si aún no sucede.