12 de mayo de 2012

Hace tanto...


Esta noche, los sueños me invaden, los recuerdos me marean y las ilusiones me elevan… Me dejo guiar por el encanto de la noche, su dulce aroma, con su éxtasis de estrellas, con su inmensidad de formas escondidas en la oscuridad; respiro el aire cristalino que me lleva a empezar a pensarte.

Extasiada de confusión, empiezo a escribir de ti, en este jardín oscuro.
Subo la mirada, y ahí está la luna, observándome, invitándome a bailar bajo su as de luz, me incita a conquistarte, y aunque sea en sueños, sentirte mío, sentir el roce de tus labios en mi piel, sentir la caricia de tus dedos sobre mi ser, imaginarme tuya, convirtiéndolo en nosotros, en la fusión perfecta de nuestras almas…
Respiro, acomodo los pensamientos, me dispongo a escribir, por ti.

Aprendí a amar cada letra que pide a gritos salir de mis dedos, para plasmarla aquí, dónde tal vez me lees, dónde tal vez me recuerdas, dónde tal vez me extrañas, aunque sea un poco.
Aprendí a llenar mis letras de rabia, de pasión, de inspiración, por el simple hecho que nacieron gracias a ti, pero no contigo.
Aprendí que tienen que ser llevadas a los ojos del mundo, que deseo, se entere que ya eres parte de estos insomnios, de esta pasión de escribir, de este maldito sentimiento que apareció con tu llegada.

Hace tanto no me sentía así, tan llena de alguien, pero vacía de el.
Extrañando a una persona que nunca ha mirado mis gestos, que nunca ha mirado estos sueños en mis ojos, que nunca ha desesperado por saber de mi.
Hace tanto que no escribía para quién no me deseaba leer, que no moría por un beso de mis labios, para quién no quería tomar mi mano y caminar, sólo uno, al lado del otro, sin preguntar porque, sólo sabiendo que allí era el lugar en el que anhelaba estar.
Hace ya tanto… Que ya no recuerdo.

Perdí el control de este sentimiento.
Perdí la noción del tiempo.
Perdí la sonrisa por amor, vaya ironía.
Perdí la brújula que me indicaba el sendero indicado.
Perdí el suelo, por un individuo que me fue indiferente.
Perdí las horas que te di, perdí el corazón.

Decidí dejar enamorarme por la vida, por la noche, por cada mañana que me reprocha volver a seguir, volver a disfrutar mi reflejo, sin miedo, sin soledad, sin tristeza.
Decidí volver a vivir, en silencio cada noche, recordándote. 

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