Se bien que he sido bastante cruel al tardarme tanto tiempo en publicar la continuación y por lo tanto, te ofrezco mi más sincera disculpa y notes una pequeña recompensa a tu favor. Sin embargo, soy fiel creyente de que el aumentar la expectativa aumenta el placer. Antes de seguir leyendo debes leer PARTE 3.1
Te conozco de algún sitio. ¿De dónde te conozco? – me dijo sin apartar la mirada de mi al igual que yo le sostenía la mirada y de alguna manera me gustaba verle.
No, por lo menos dudo que tú me conozcas de un sitio en particular, pero por mi parte; te conozco de un lugar un poco común… - le decía hasta que me interrumpió para decir, mientras volteaba hacia el grupo de sus amigos con voz fuerte - ¡¿Y ahora quien es el chistosito que me anda buscando ligues en un café?! Ya dejen de joderme…
La interrumpió alguien del grupo, mientras yo seguía viendo en dirección de la puerta mientras ella reclamaba, diciendo -¡Cálmate! Si el muchacho llego solito a ver que sale contigo… - con ese comentario me avergoncé un poco pero no me moví de la misma posición, sólo gire un poco la cabeza para verle de nuevo.
Nadie me trajo para hablarte, pero te he visto en otro sitio y quiero hablar de eso contigo. ¿Me permitirías? – decía mientras señalaba el asiento donde me había sentado. Ella frunció el seño como en aquel sueño, torció la boca y dijo – Sí, te me haces familiar… - y camine a sentarme al asiento donde estaba, mientras, sus amigos seguían en su alboroto.
Ella me vio un momento, como si dudará, sin embargo aun así fue a sentarse enfrente de mí. La verdad es que estaba enfrente de mí la chica que en sueños he llegado a ver, por lo menos eso creo yo. ¿Quién me asegura que esto no es una dulce y perspicaz coincidencia de un destino bastante torcido?
Ella se sentó con el seño fruncido y dijo – Sólo algunos conocidos me dicen M… y son pocos, es diminutivo de mi nombre pero rara vez lo ocupan. ¿Cómo es que sabes tú…?
Igual y hasta crees que soy un acosador. ¿Sería abrumador no? Imagina que te siguiera cada día que sales de tu casa, te tome fotos a lo lejos y hoy es el día que me acerco a hablar contigo para intentar saciar mis deseos perversos – le decía mientras trataba de ocultar su impresión – pero sería exagerar demasiado, la verdad es que es la primera vez que te veo, de lejos, cruzando la puerta o de frente. Y ve el lado bueno, no puedo ser tu acosador porque estamos en lugar público donde están tus amigos.
¿Me vas a decir de donde es que parece que nos conocemos o seguirás haciéndote el interesante con tú plática absurda? – me interrumpió con un tono de molestia y evadiendo un poco mi mirada, como si buscase algo más.
De acuerdo, realmente la actitud es como… Bueno, bueno – decía poniéndome algo nervioso – te contare pero quiero fijar unas reglas. ¿De acuerdo?
Sólo musito un pequeño quejido y asintió con la cabeza y continué – Deberás mantenerte callada hasta que termine de relatarte el donde te vi e incluso platicamos, no me preguntaras nada al menos que sea grande tu duda y ya quieras aclararla y deberás pedirme, con educación, si puedo detenerme alzando un poco tu mano. ¿Te parece o mejor me marcho?
Una vez más asintió en silencio y comencé a relatar el sueño desde el viaje en el autobús tratando de explicar mi posible amnesia o lo que yo creía como amnesia. Ella en silencio, quizás en una fingida actitud de sumisión, me escuchaba y yo continuaba, hasta cuando llegue a contar cuando nos encaminamos al hotel.
Entonces yo estaba ahí tratando de dormirme tirado en la cama – decía, en ese instante sentí como si ella me mostrará más interés en el relato – tu, creo, te bañabas solo para salir en toalla y colocarte frente a esos sillones que llegan a tener las habitaciones. Comenzaste con una especie de discurso de la felicidad que uno puede tener en ciertos momentos, mencionaste una especie de jolgorio que recordabas de tu infancia; el desnudarte y estar así en tu hogar, incluso dormir así para sentir (según yo mencione) cómoda. Y, dijiste, “incluso cuando crecemos el sentirnos en completa desnudes, despojarnos de las ropas nos lleva a cierta algarabía”. Ahí es donde me propones que compartamos ese momento de felicidad, dejando caer lentamente nuestras ropas y, bueno, debo ser sincero sólo puedo recordar que recorrí tu cuerpo con mi mirada y sentía que el metro y medio de separación de nuestros cuerpos era abismal…
Realmente no iba a contarle mis delirios con lujo de detalles no sólo por la increíble vergüenza que me aqueja el imaginar mencionarlos sino que también no puedo recordarlos todos con exactitud, sólo están en mi mente y me agolpan cuando parece ser (o quizás no) pertinente.
Garraspé un poco y continué diciendo – Y bueno, pues tu desnuda frente de mi y observándonos cada pedazo de piel descubierta, cada pliegue, cada sombra y en busca de cada detalle de hasta el más delicado vello del cuerpo, así es como se tu nombre…
Torciendo la boca solo como ella sabe hacerlo dijo - Así que tuviste un sueño húmedo conmigo, sin embargo; nunca antes tu y yo nos vimos… ¿Es así…?
Ahí fue cuando con alguno de los tipos que le acompañaban en aquel grupo le interrumpió informándole que ya se iban y le cuestionó si se iría sola o que haría. Sé que aquella persona me veía mientras le cuestionaba pero yo no me gire ni por un instante, mis ojos se posaron en las manos de M… que estaban sobre la mesa. Ella le dijo que no se preocupará, que se fuesen y ella llegaría bien a su casa y el protector se alejo tras la frase <<Recuerda que no vivo lejos de aquí>>.
Suspire un poco y dije – Verás, no creo que haya sido como un sueño húmedo pues no recuerdo siquiera tener una erección. No importa, así es como te conozco pero tu haz mencionado que te parezco familiar. Tienes que explicarme eso – ella sólo volteo a verme fijamente, se giro y pidió un frappuccino de sabor crema irlandesa.
Paso el tiempo, le sirvieron su café y yo pedí en ese instante un café de la casa. En silencio tomaba succionando del popote y jugueteando con el mismo, por instantes volteaba a verme pero regresaba a ver el enorme vaso mientras yo apenas probaba el café. No sé cuánto tiempo paso, ella terminó su café y yo el mío en un largo silencio.
Se acerco un muchacho con el uniforme del establecimiento ofreciendo una disculpa, pero que tenían que cerrar. Pedía la cuenta y él se aparto para traerla y dije - ¿Te has dado cuenta que pasamos algunas horas aquí con un par de cafés sin decirnos más nada y no respondes a mi incógnita…? ¿Por qué te me hago familiar? – ella sorbió por última vez en el vaso con cierta sonrisa al escuchar el sonido que indica que en el vaso no hay más café.
Si tanto te interesara que dijera algo, hubieses insistido, sin embargo tu tiempo de charla termino y yo me voy a mi casa… - replico para que terminase respondiéndole – Estas equivocada si crees que dejare que te vayas sin que me des alguna explicación, pagare la cuenta pero que debía acompañarme a otro sitio para terminar de conversar. No dijo nada, sólo salió del café a mi lado.
Bueno, vamos a otro sitio… Ahm, creo que hay un pequeño restaurante que no cierra como a cinco cuadras de aquí. ¿Vamos? – le decía y ella veía sus tenis y sacudía los pies.
No tengo idea porque crees que voy a irme a otro sitio para seguir con una maldita plática de un tipo que cree que me soñó y ya me conoce. – Dijo mientras se acercaba a buscar un taxi con el brazo levantado. En ese instante me estire y le jale hacia a mí, con fuerza, apartándole de la orilla de la banqueta.
De acuerdo mira mi casa no está lejos de aquí estate conmigo una sola hora y ya llamo a un taxi para que te lleve a tu casa o, hazlo más fácil, dime de donde te parezco familiar. – Le dije sin soltarle el brazo y ella me escuchaba pero veía su brazo el cual no permitía que se soltase de mi mano.
Frunciendo el seño con fuerza y remarcando la voz – Ajá… Claro, como todo mundo… convenientemente ofreces tu casa. ¿Qué, a ver qué pasa ahí?
Le interrumpí alzando la voz - ¡Carajo, no quiero acostarme contigo! Eres la encarnación de un personaje de un maldito sueño… ¿No se te hace extraño que sepa tu maldito nombre? Vamos deja de hacerte la digna, ya te vas a desvelar hablemos un poco más… Quiero saber de ti.
Di dos pasos hacía donde queda mi departamento sin soltarle el brazo, ella movió suavemente su brazo para retirar el mío y dijo – Te vi una tarde que estaba en la librería de mi universidad, me estaba cayendo de sueño y juro que te vi sentarte a mi lado, que me platicabas y me convencías de ir a tomar un café. En el café te preguntaba por tu nombre, sólo me dijiste tu supuesto apodo que ahora no puedo recordar, también me insististe que probara el frapuccino de crema irlandesa… Dijiste <<es muy bueno, deberías probarlo>> muchas veces y al final cedí, al cabo tu pagarías…
Continúa PARTE 3.3