Eternidad
es todo aquel que sientes sin frontera, eternidad es no tenerte…
Recitaba
recargado frente a aquel viejo roble recordando el brillo de la luna que esta
noche no me acompaña y sólo es la hoguera que me da algo de luz. Recuerdos,
sólo eso y nada más, donde posé mis labios por primera vez junto a los tuyos.
El
silencio se hace mi castigo y es así que estoy aquí hablándole a un roble,
contando mis momentos a tu lado, tu sonrisa, tu sufrimiento interno al saber
que partiría y que no podíamos detener lo que era inevitable hasta el estallido…
Deseaba que no me ayudaras a encender el detonador.
La
obscuridad de este lugar me gobierna, la hoguera se aviva y cae mientras que el
aire frío me golpea… Sufrimiento, revelo mi piel ante la noche y ella reacciona… Te extraño, gritan mis sentidos, amenizan mis entrañas…
Las
sombras se acercan a mí, no llega aún el miedo, aún soporto… ¡Más aire y más
dolor en la piel!
Ya
están aquí, no hay más… Sin miedo. Estúpido iluso al creer que uno no debe
temer… Así en mis brazos escurría la sangre lentamente hasta derramarse en el
piso, no se cae con las rodillas sino con la cara al cielo y la espalda en la
fogata.
Mi
sangre hierve por dentro, la carne se ennegrece y el humo es venenoso. Estoy consciente
y ahora el dolor llega a mi mente… Mis labios ahora recuerdan tu sabor, tus
sonidos y hasta tus lágrimas… Sonrío, por fin recuerdo lo que es sonreír…
Eternamente
un silencio me marca, exagero sólo es un instante y tu me lo recordarás… Ahora
me detestas, odias todo lo que carezco pero es porque odias todo lo que soy por
no estar ahí cómo yo odio estar acostado en la fogata derramando sangre y sólo
veo el obscurecer de la luna…